En la estela del Tour del escándalo

El Giro que tenía que haber sido el Giro más limpio, y en eso se habían empeñado sus protagonistas, comenzó con la expulsión de dos corredores secundarios (Otxoa y Loda) y ha terminado con el sobresalto mayor de sus últimos 30 años, la puesta fuera de carrera de su gran protagonista por motivos sanitarios que en el fondo esconden una sospecha de dopaje. La carrera italiana, que ya el año pasado vivió una experiencia fuerte en la víspera de su final (dos de los 10 primeros fueron eliminados, incluido Riccardo Forconi, un gregario de Pantani, lo que condujo al patrón del equipo Amore e Vita, Ivano Fanini, a acusar a El Pirata y a la UCI de haber montado tal paripé porque la sangre enferma era en realidad la de Pantani), entró así la víspera de su final en una dinámica similar a la que marcó el último Tour, salvando las distancias: la noticia más importante, su aspecto más espectacular, ha acabado estando fuera de la carretera.En el fondo, no ha dejado de corresponder este suceso con lo que va transcurrido de temporada, en la que la carrera judicial, policial y médica sobre y contra el dopaje ha corrido paralela y a veces con ventaja con las carreras deportivas. En Francia, el país donde las autoridades políticas y judiciales han puesto más empeño en la lucha contra el dopaje (la ministra de Deportes Marie George Buffet ha logrado que los 15 consideren igual desde el punto de vista penal el tráfico de productos dopantes que el de drogas), el año comenzó con la implicación en el "asunto Festina" del presidente de la federación, Daniel Baal, y del de la Liga de Ciclismo, Roger Legeay, aparte de los duros interrogatorios al presidente del Tour, Jean Marie Leblanc y al de la UCI, Hein Verbruggen, y prosiguió, más a lo grande, con el desmantelamiento de una red de tráfico dirigida por dos oscuros personajes ligados al ciclismo y en la que estaba implicado Frank Vandenbroucke, el joven ciclista belga que se había convertido en el dominador de la temporada de clásicas. Justamente hace tres días, la juez que investiga el caso, Michèle Colin, interrogó en París a varios ciclistas más y al director de La Française des Jeux, Marc Madiot. Entre medias, dos de los principales protagonistas del dopaje en los últimos años, el ex ciclista Erwan Mentheour y el masajista del Festina Willy Voet, han publicado sendos libros de éxito en los que reescriben la historia del ciclismo desde la clave del dopaje.

En Bélgica, la acción más espectacular la protagonizó un fiscal que paralizó una carrera, Los Tres Días de La Panne, al haber detectado la policía un paquete con anfetaminas que un masajista del equipo Mapei, el de Michele Bartoli, número uno del mundo, enviaba a la dirección en Italia de los padres del ex corredor Gianni Bugno. Y en Italia, ya en febrero, un fiscal convocó a varios corredores a comisaría en mitad de una carrera, el trofeo Laigueglia. Entre los citados figuraban, curiosamente, el virtual ganador de este Giro, Ivan Gotti, y el segundo, Paolo Savoldelli. Ambos, junto a Pável Tonkov, Abraham Olano, Axel Merckx y algún corredor más, debieron responder a las preguntas de los investigadores sobre los métodos y sustancias propuestos por su médico-preparador, el controvertido Michele Ferrari, un personaje acusado en dos de la medias docena de sumarios abiertos en Italia por asuntos de dopaje.

El mundo del ciclismo, mientras, se ve desbordado. Sus propósitos de enmienda, superados por la realidad. Y la duda crece en torno al futuro Tour. La empresa organizadora ya anunció que no invitaría a participar a ningún equipo que hubiera tenido algo que ver con el dopaje. Actualmente, son minoría los que no han estado salpicados por uno u otro caso. Y nadie descarta una intensificación de las acciones judiciales según se va acercando el primer fin de semana de julio, la fecha de su comienzo. La participación o no de su último ganador, Marco Pantani, si decide seguir en el ciclismo, puede ser, a fin de cuentas, la duda menor.