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El Ejército colombiano promete prudencia en el rescate de 60 rehenes

"Nuestra intención es rescatar a todos los secuestrados", dijo ayer el jefe del Ejército, general Jorge Enrique Mora, al anunciar que se "mantendrán, mejorarán e intensificarán" los operativos militares en el área donde el Ejército de Liberación Nacional (ELN) mantiene a un grupo de feligreses secuestrados el domingo en plena misa en Cali. Aceptó que los rehenes -se calcula que son 60- "corren riesgos", pero insistió en que el Ejército actuará con prudencia.

Las autoridades colombianas prohibieron ayer la navegación aérea en la zona y restringieron el tráfico por las carreteras en el suroeste del país. La búsqueda se realiza por aire y por tierra en las montañas que rodean a Cali. Se trata de una zona boscosa que desde hace años controla la guerrilla. "Si no fuera por el Ejército no estaríamos en libertad", dijo Ana María, una colegiala que fue liberada por los elenos (miembros del ELN) debido a esta presión militar junto a otras 84 personas -mujeres y niños-. Según los testimonios de los liberados, al menos 40 hombres y 20 mujeres siguen secuestrados.Por ellos se sabe qué sucedió: la misa estaba a punto de terminar cuando unos hombres, que se identificaron como policías, mandaron evacuar porque había una bomba. "Un varón que estaba a mi lado gritó: "Nos van a secuestrar", y todos tratamos de huir o escondernos", contó Ana María.

Los elenos les obligaron a subir a dos camiones y más adelante los trasladaron a vehículos todoterreno, algunos de ellos exigidos en préstamo a los que viajaban por esa carretera. "Yo iba al lado del párroco", prosigue Ana María, "él nos tranquilizó: "Fuimos secuestrados en una iglesia, nada nos pasará". Más adelante, cuando se habían internado en la montaña, los bajaron de los vehículos para continuar la ruta a pie. "Escuché que un guerrillero decía que mi abuela era un estorbo; le rogué: "déjenos ir" y me respondió: "sí, váyase, váyase".

Este recorrido lo hicieron los rehenes en medio del miedo y el ruido de la guerra. "Las balaceras [tiroteos] y las bombas eran interminables y nos pasaban por encima de la cabeza; en algunos momentos tuvimos que tirarnos al piso [suelo] para salvarnos", narró Martha, otra liberada. "Nos pusieron a correr hasta que nos dejaron en una escuela. Fue el combate el que los obligó a dejarnos allí tirados. En la huida, en medio de la confusión, separaron a los hombres y después también seleccionaron algunas mujeres", dijo Martha.

El hecho sigue generando voces de repudio. El ELN hace apenas 11 días prometió no realizar más pescas milagrosas (eufemismo de secuestros). Ayer, los familiares de los retenidos asistieron a una misa ofrecida por el arzobispo de la ciudad, Isaías Duarte Cancino, en la misma iglesia donde sucedió el secuestro masivo. "Es la aberración más grande", dijo el prelado desde el altar. Duarte anunció la excomunión de los secuestradores: "Los guerrilleros que secuestraron esas personas y que profanaron la Eucaristía, serán sacados de la vida de la Iglesia, de las gracias y de las bendiciones de Dios". En la misa hubo pañuelos blanos y gritos: "¡Abajo la guerrilla, que está acabando con nuestras familias!".

Los analistas están divididos: unos creen que el Gobierno debe atender a los elenos, pues la paz no se pude negociar a pedazos. Otros aseguran que este secuestro es el "único error que le faltaba cometer a este grupo". Pero no sólo es el ELN el que busca un mejor trato en las negociaciones de paz. Los paramilitares tienen en su poder, desde hace 15 días, a la senadora Piedad Córdoba. Quieren que el Ejecutivo les reconozca estatuto político y dialogue con ellos. Ayer se rumoreaba la libertad de la senadora, una de las más duras críticas de los grupos paramilitares y defensora de los derechos humanos.

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