_
_
_
_
_

Un mensaje directo y espontáneo

Carlos Totorica, el alcalde de Ermua, vería injusto que sólo se le recordase por el asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA

,Si Forges tuviera que singularizar en una viñeta la personalidad del alcalde de Ermua, Carlos Totorica (PSE), de 43 años, probablemente le dibujaría corriendo 30 metros por delante de una multitud estresada e incapaz de seguir su endiablado ritmo. Totorica es para 39 millones de españoles el hombre que anunció al mundo entero -gracias a la CNN- el asesinato a cámara lenta por parte de ETA de Miguel Ángel Blanco Garrido, cuyos dos únicos crímenes habían sido enrolarse en las filas del PP vasco y tocar la batería en un conjunto musical. "No quiero que ése sea mi epitafio. Hice lo que tenía que hacer. Sería una injusticia que se me recordara por aquellos terribles días de julio de 1997. No soy aquello", asegura ahora Totorica momentos antes de abandonar su despacho para jugar a pala en el frontón, su gran afición, junto a su feudo privado e inexpugnable: su esposa y sus dos hijas. Impulsivo, heterodoxo, meteórico, aunque a veces aquejado de una pizca de falta de reflexión, según sus más cercanos colaboradores, Totorica airea sin dificultad un discurso ciudadano como si de un tribuno de la vieja Roma se tratara. Lejos de la arrogancia del César y más alejado aún de la superioridad del doctor en Sociología Urbana de Berkeley, Totorica patea la calle y toma potes (vinos) tanto cuando hay campaña como cuando no la hay. Siempre con la oreja puesta en el vecino, la vecina, en la voz de la calle..., para hacer política de otra manera. "La gente del pueblo le entiende a la perfección porque su mensaje es directo y espontáneo. Porque lo tiene muy claro", afirma alguien que ha convivido con él en el consistorio vizcaíno durante los últimos ocho años.Dos legislaturas que algunos consideran de lujo para Ermua, un municipio que, en plena expansión demográfica descontrolada de la época franquista, creció hasta pasar de 3.000 a casi 20.000 habitantes. Un pueblecito de Vizcaya fronterizo y con prefijo telefónico de Guipúzcoa que llegó a alcanzar un nivel de paro del 22% -ahora está por debajo del 10%-, en el que las viviendas de protección oficial brillaban por su ausencia, los aparcamientos eran un lujo y la formación continua de los trabajadores o el I+D conceptos desconocidos incluso para los políticos de la zona. Totorica tiene dos hijas, un mastín, siete apellidos vascos y quiere seguir "viviendo en esta tierra, sin autodeterminación, con libertad y sin miedo".

Quienes le rodean en el trabajo no le han oído gritar nunca. "Es más, cuanto más despacio y bajo habla, cuando casi susurra al oído, es que se avecina la tormenta", advierten. El huracán tomó nombre masculino un jueves fatídico, el 10 de julio de 1997: Miguel Ángel Blanco. Y no fue fácil capearlo. En esos cuatro días veraniegos tuvo Totorica tiempo para salir a la calle, "dar miles de órdenes en segundos", atemperar los ánimos ante falsas amenazas de bomba en el Ayuntamiento, tomar el micrófono para dar la noticia a sus conciudadanos desde el balcón e incluso coger el extintor y apagar el incendio provocado en la sede de HB.Fue el catalizador de una nube de indignación que comenzó en Ermua y recorrió toda España.

Aunque algunos le consideran de la escuela de Ramón Jáuregui -el estilo directo es clavado-, no se le conoce una ambición política desmedida. "No reconozco en Carlos una vocación política de altura", asegura una de sus colaboradoras. Pero los diamantes en bruto no pasan inadvertidos en los partidos. Colocado como vocal en la Ejecutiva de los socialistas vascos, estuvo a un soplo de aire de presentarse, en 1998, a las elecciones primarias para ser el tercer candidato a lehendakari, en discordia con Nicolás Redondo Terreros y Rosa Díez. Finalmente, se reservó para las primarias a la Diputación de Vizcaya y se quedó a 19 votos de su oponente. Dicen que sólo los líderes carismáticos son capaces de encajar y aprender de las derrotas. Totorica, que se unió a los socialistas en los años 70, ha vuelto por sus fueros, a remover los ingentes documentos y proyectos municipales que pueblan la mesa de su despacho en el edificio consistorial; a presidir las comisiones y los plenos, y a preparar con muchas ganas la inauguración, el próximo sábado, día 22, del Polideportivo Miguel Ángel Blanco y su reválida a la alcaldía.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_