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Calvià, la sociedad dual

Socialistas y populares se disputan los votos del desempate en un municipio marcado por el crecimiento turístico y las diferencias sociales.

,Muchas grúas dispersas por el horizonte descubren los edificios que se alzan y evidencian que Calvià (33.000 habitantes) sigue engordando como un gran solar turístico y residencial en permanente colonización que ha multiplicado su población por cuatro desde 1979. El antiguo pueblo rural de Mallorca cataliza un emporio económico disperso en veinte núcleos litorales que sufren en verano cierta congestión y se suministran con agua desalada. Por ello su autoridad reclama una tasa ecológica: 1.000 pesetas por turista.La alcaldesa y candidata socialista, Margarita Nájera -una veraneante que llegó de Bilbao-, alardea de los premios internacionales a sus iniciativas de "sostenibilidad" y "reconversión urbana" -derribó dos hoteles y recortó suelo urbanizable-, pero el presidente autonómico balear, el popular Jaume Matas -residente en Calvià- le ataca: "Este municipio socialista es un ejemplo de cómo gestiona este partido. No queda nada por proteger. Lo único sostenible son las grúas, el cemento y las edificaciones".

Calvià, gobernada por los socialistas desde 1983, tiene nervio juvenil: la mitad de sus ciudadanos tiene menos de 30 años y 1.900 de ellos votan ahora por primera vez. Además, se incorporan a las urnas l.000 votos posibles de los casi 5.000 ciudadanos comunitarios europeos de la vecindad. Desde las últimas elecciones, este municipio -con 33 playas y calas- ha acogido a 6.000 nuevos residentes, lo que evidencia cómo este enclave pegado a Palma representa un laboratorio del crecimiento turístico en el Mediterráneo y de la internacionalización.

Las únicas actividades económicas son las que demandan el turismo, la construcción y la enorme actividad inmobiliaria. El campo es una postal quieta, puro paisaje, y el poco verde es el de la hierba de los cuatro campos de golf regados con aguas depuradas.

El PSOE fue impulsado al poder gracias a las consecuencias sociales del crecimiento: la transformación de pinares y rocas en edificios de negocios de ocio -albergan unas 200.000 personas en verano- necesitó del nacimiento, en zonas secundarias, de barrios de casas para trabajadores. El poder local patrocina ahora más viviendas sociales y promueve empleos para jóvenes y la apertura de un vivero de empresas.

Calvià debe de ser uno de los pueblos de España que más presión política recibe por metro cuadrado y elector. El ministro del Interior, Jaime Mayor, ha estado apoyando al alcaldable del PP, Pedro Cantarero. Antes apareció por allí Ana Botella con 1.600 mujeres. Del PSOE han acudido hasta ahora José Borrell y Manuel Chaves.

Nájera perdió por 40 votos los últimos comicios, pero gobernó con el apoyo de un concejal de IU. La socialista logró el 70% de los sufragios de sus vecinos de la urbanización cooperativa de La Pantera Rosa/Galatzó mientras que en los chalés de lujo el PP la superó por 30 o 40 puntos. Ahora, la transformación en empresarios de antiguos empleados y el hecho de que centenares de profesionales de Palma, con alto poder adquisitivo, hayan comprado casas en Calvià hace temer al PSOE un menor apoyo en las urnas.

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Tras las elecciones de 1991, el caso Calvià dejó el topónimo del municipio incrustrado en el mapa de la corrupción de la derecha: tres cargos del PP fueron condenados por intentar comprar con 100 millones de pesetas a un edil socialista para arrebatar la alcaldía al PSOE. En 1999 se tenía que juzgar a altos dirigentes del PP por ese motivo, pero el delito ya ha prescrito.

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