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FERIA DE SAN ISIDRO

Moreno: "Lo difícil era alargar la embestida de mi primer toro"

Todos de acuerdo: hubo un toro. Un aficionado no renunciaba a pellizcarse. Primer gesto de incredulidad. El de lado miraba de reojo al whisky. Segundo ademán de desconcierto. De repente, una voz de timbre grave: "No es mucho, que ya llevamos un buen puñado". Un total de 23 (sobreros incluidos) para ser precisos. "Siempre hay alguien con vocación de aguafiestas". Justa respuesta para el primer momento de felicidad que daba San Isidro. La unanimidad, claro está, llegó desde lo más alto del tendido hasta la arena.Los tres toreros de la tarde no dudan un instante en sumarse a la revelación. Eso sí, cada uno de los diestros aplica su particular correctivo a tanta alegría. Uceda Leal y Vicente Bejarano se quedan con la pesadumbre de no ser ellos los agraciados. Moreno, por su parte, se lamenta y mucho de su mal fario con la espada: "Tras fallar de entrada, la gente se ha enfriado y luego ha sido imposible conseguir más". Acto seguido, se detiene -aquí la voz sube un tono- en la descripción de la faena a soploncito. "Tenía nobleza, pero sin transmisión. La faena ha ido de menos a más. Lo difícil era alargar la embestida del toro. Al final, he conseguido lo que buscaba: unas tandas despacio y llevando la embestida atrás. En consecuencia, he logrado que tanto el toro como el público se involucraran en lo que estaba haciendo", dice rápido.

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Sensación agridulce

Y después de todo ello, ¿qué cuerpo se queda? "Una sensación agridulce. Contento por la vuelta al ruedo, pero..." y en los puntos suspensivos el cordobés deja la constancia de un triunfo rotundo que se olió, se vio y, por fin, se fue.

Por su parte, ni Vicente Bejarano ni Uceda Leal tienen tantas palabras para sus respectivos lotes. El de La Puebla del Río prefiere empezar con un reto: "Sevilla ya sabe de lo que soy capaz. Madrid aún no. Espero demostrárselo pronto". Para dar peso a su afirmación, se detiene a comentar la actitud del público: "Me han respetado. Tenían ganas de verme. Lástima de toros".

Acto seguido, toca hablar de los astados. "Muy brusco y de desagradable embestida. Además el viento no dejaba meter la mano abajo", dice. Para más abundar, continúa, "además, pese a que lo intentado por los dos pitones, se ha rajado muy pronto". Todo esto en referencia al burel con que confirmaba la alternativa. De su segundo: "Noble pero insípido".

La elegía a la desolación la prosigue Leal. "Deslucido, manso... topaba con la muleta. Lo he aguantado y siempre he estado por encima de él. Del otro, poco se puede decir. También manso, pero sin fuerza y, al final, se ha parado", comenta de carrerilla.

Y así, todos cabizbajos con la mente puesta en ese toro "que iba", dice uno de la discusión del principio. "Algo es algo, pero los cohetes nos lo guardamos", la última palabra, para el aguafiestas.

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