_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Llena y Perejaume ORIOL BOHIGAS

La crítica de arte, cuando se refiere al arte actual, me resulta a menudo bastante incomprensible. No sé si se debe a mi limitada capacidad para entender las metáforas filosóficas, a la mediocridad literaria de algunos críticos o a la objetiva dificultad de explicar en términos comprensibles una buena parte del arte reciente en el que es difícil distinguir el grano fecundo de la ambigüedad entre la paja de la banalidad. Menos mal que algunos artistas han escrito textos que nos ayudan a comprender su obra. Los artistas, desde sus diversas disciplinas, han sido siempre los mejores tratadistas de las artes plásticas. Y hoy son todavía más indispensables porque cuando argumentan sobre la propia obra -hecha a menudo de ambigüedades y cripticismos- y sobre los ámbitos culturales y sociales que la envuelven, nos ayudan a entenderla, aunque sea añadiendo a las ambigüedades y los cripticismos visuales, las incertidumbres y los recelos que se descubren también en sus textos. En este sentido, me parece un acontecimiento relevante la aparición del libro de Antoni Llena La gana de l"artista. Divagacions sobre art. La obra artística de Llena es muy importante en el mundo de nuestra plástica, pero estos últimos años se ha ampliado con la publicación de muchos textos sobre arte y sobre su personal actitud artística, comprometida, polémica. Es un acierto que la aparición del libro que recoge una selección de esos textos, haya coincidido con una exposición de sus obras recientes. Así es más fácil entender simultáneamente las ambigüedades y los cripticismos, las incertidumbres y los recelos como base de su propia actividad. Aunque el libro se ordena temáticamente en divagaciones sobre arte, sobre artistas, sobre museos y política y sobre la actividad creadora del propio artista, define una línea teórica que me sería difícil resumir en síntesis porque sus discontinuidades, voluntariamente provocadas, quieren evitar cualquier interpretación simplemente sintética. Lo mismo que ocurre con sus cuadros y sus esculturas. Una lectura contrapuntística daría estas notas sucesivas: la intuición frente a las puras referencias racionales; la fragilidad como un pensamiento positivamente perverso; el arte como profecía cultural; la ambigüedad al servicio de diversas lecturas; la transgresión como método y finalidad; la adhesión social y no las lecciones sociológicas; un especial concepto del elitismo en lucha contra la imposición de lo establecido; un nuevo aprendizaje en la historia, etcétera. Pero, sobre todo, la trascendencia del vacío que se adivina entre las cosas que vemos y que conocemos, el vacío en el que el arte puede establecer unas nuevas relaciones que son las que generan la cultura. Esta idea del vacío como campo conceptual protagonista -una idea que puede referirse quizá a ciertos gestos románticos y a algunos rasgos metafísicos de la crítica de arte- se puede incluso visualizar en la expresión material de muchas obras de Llena construidas en un vacío físico. Por casualidad, la exposición de Llena en la Galería T ha coincidido con una exuberante exposición en el Macba de Perejaume, otro gran artista de las recientes generaciones. Las obras de ambos artistas son muy distintas pero están cargadas de preocupaciones paralelas, unas preocupaciones que Perejaume también se ha esforzado en explicar con textos escritos y con referencias poéticas, en términos que a menudo vienen a coincidir con los de Llena aunque se refieran a otros problemas temáticos. El vacío en Perejaume es también una obsesión teórica y asimismo una realidad pictórica, desde sus juicios sobre el collage -acercar soledades en un vacío que origina una nueva significación- hasta sus paisajes, que se convierten en los vacíos de una sala de exposiciones arbitrariamente rellenados o en las plateas teatrales densificadas por una infinidad de butacas desocupadas. Podría intentar también un paralelo en el campo de la ambigüedad interpretativa, en la voluntad de transgresión de las experiencias históricas y en algunos otros aspectos. Para entenderlo habría que precisar antes la significación de dos maneras de pintar aparentemente muy distintas, pero este es un tema que se escapa de los límites de un artículo. Son dos maneras distintas que, no obstante, corresponden a una nueva independencia expresiva respecto a los movimientos clasificados. Ni a Llena se le puede considerar adscrito al arte pobre o al conceptualismo, ni a Perejaume en las habituales derivaciones del surrealismo, aunque con cariñosa ironía alguien ha dicho que algunos de sus cuadros parecen obras de Magritte mucho mejor pintadas. Quizá habrá que reconocer que ambos pertenecen a una nueva ola esencialmente poética, literalmente poética.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_