La oposición de los propietarios de una panadería ha retrasado la demolición
En un lugar como el Turó de la Peira, donde sus habitantes saben mucho de lo lentos que pueden resultar los caminos de la burocracia, la resistencia numantina de los panaderos, aguantando contra viento y marea en su negocio hasta que la municipalidad se avenga a darles la cantidad que piden, ha puesto a prueba la capacidad de aguante de sus vecinos. Los dueños de la panadería llevan cuatro años negociando la indemnización por su local de 500 metros cuadrados y 3 pisos. Su negativa a marchar ha supuesto un retraso de dos años en la demolición del bloque, según manifestó ayer el presidente de la Asociación de Vecinos, Antonio Silva. En este tiempo ha habido hasta un boicoteo vecinal que ha dejado bajo mínimos la clientela del negocio. La dueña, aunque no cesó ayer de despachar ni un momento, tampoco era ajena a las idas y venidas de vecinos que no querían perderse la demolición. "Llevamos aquí 38 años, tengo 62 y en este comercio tengo el patrimonio de toda una vida; además, tenemos siete empleados a los que hay que indemnizar". De las 913 viviendas distribuidas en 5 manzanas que según los técnicos presentan graves patologías estructurales, ya se han derribado 342 en los bloques A y B. Las promociones de viviendas que ya han sido adjudicadas suman 377, a las que hay que añadir 71 pisos más que se están acabando de construir entre las calles de Eduard Tubau, Montsant y Cadí. Está previsto que la reforma urbanística del Turó de la Peira finalice dentro de tres o cuatro años, según dijo el concejal Santiburcio. Cuando acaben las obras de demolición en la manzana situada entre las calles de Montmajor, Montsant, Cadí y Aneto, se empezarán a construir las viviendas que alojarán a parte de los damnificados. El director general de Arquitectura, Ramon Roger, anunció que las antiguas cocheras de autobuses albergarán nuevas viviendas.
