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El asesinato de la periodista de la BBC puede estar conectado a la ultraderecha

Isabel Ferrer

La policía británica investiga la posibilidad de que la muerte de Jill Dando, la presentadora de la BBC que cayó abatida de un solo tiro en la cabeza el pasado lunes frente a su casa de Londres, sea obra de un asesino a sueldo. El principal asospechoso, un hombre blanco, bien vestido, que hablaba nervioso por un teléfono portátil, fue visto por siete personas. Scotland Yard ha pedido ayuda a la ciudadanía para encontrar al sospechoso, y no descarta que el asalto guarde relación con los atentados racistas perpetrados en los últimos días en el Reino Unido.

La precisión del disparo y el hecho de que el autor la esperara durante una hora en las cercanías de su casa, hace pensar a los agentes que se trata de un "profesional" del crimen por encargo. "Analizaremos tanto la vida privada de Jill Dando como cualquier posible nexo con el programa de sucesos que presentaba, Crimewatch", señaló ayer Hasmish Campbell, inspector jefe de policía asignado al caso, resuelto a no dejar cabos sueltos. Él mismo confirmó que la periodista recibió el disparo a quemarropa. El arma, un revólver semiautomático de 9 milímetros, podría haber contado con silenciador. Ninguno de los vecinos recordaba haber oído con claridad el tiro. Richard Hughes, un ejecutivo financiero de 32 años que vive en el edificio contiguo, escuchó "un ruido muy parecido a una detonación". Segundos después la vio tendida en el suelo, inconsciente y bañada en sangre.

El hombre buscado ahora por Scotland Yard fue visto corriendo en dirección al tramo de río Támesis que discurre cerca de la casa de la fallecida. Varios de los siete testigos de su fuga han confirmado que no llevaba guantes ni tampoco máscara. Una de las declaraciones indica que cruzó las calles como una exhalación.

Con gafas de sol y gabardina

Antes de desaparecer, pareció detenerse junto a una parada de autobús, "sudando abundantemente y con gesto crispado". Entre los objetos de los que pudo desprenderse en la huida está una gabardina, unas gafas de sol e incluso la pistola misma. En la búsqueda de pistas, los agentes acudirán también a la agencia inmobiliaria encargada de la venta de la casa de la presentadora. Cogido por sorpresa, el sector ha hecho saber ya que nunca se aprovecha de la celebridad de sus clientes para obtener mejores precios por un inmueble. Jill Dando tenía previsto casarse el próximo septiembre y había empezado a buscar ya otro domicilio. Su prometido, el ginecólogo Alan Farthing, seguía sin dar crédito ayer a lo sucedido. "No me lo puedo creer. Estoy destrozado", rezaba el único comunicado hecho público hasta el momento en su nombre.

Dada la repercusión nacional del crimen, Nick Ross, que presentaba junto a ella el espacio Crimewatch, ha subrayado que sus miembros no han recibido jamás amenazas. "En los 15 años que llevo aquí, nadie del equipo ha temido por su seguridad personal", ha dicho. Con todo, la propia policía admite que los crímenes por encargo han aumentado en el Reino Unido durante la última década. Scotland Yard cuenta por lo menos 20 asesinos a sueldo en activo en Londres y en el sureste del país. Los revólveres pequeños son su arma favorita y las tarifas que exigen llegan a superar las 250.000 pesetas.

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Mientras la policía continúa las pesquisas, los pésames han inundado las oficinas de la BBC. La cadena pública británica ha recibido ya 9.000 mensajes a través de su correo electrónico. Los telespectadores han bloqueado también las líneas telefónicas para expresar su dolor "por la pérdida de una periodista encantadora y entrañable".

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