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El chulapo búlgaro

Penev desmiente por enésima vez a los que lo consideraban acabado

Xosé Hermida

Tantas veces le consideraron acabado que ya no sorprende ver las eternas resurrecciones del búlgaro Luboslav Penev (32 años). La primera ocasión en que se certificó su presunta invalidez para el fútbol fue en 1994, y entonces no sólo estaba en juego su carrera sino su propia vida: le diagnosticaron un tumor testicular que superó con éxito. El Valencia se desprendió de él, pero Radomir Antic le acogió en el Atlético de Madrid y ganó el doblete. Su personalidad chocó con la del técnico serbio, quien también le dio pasaporte, y se fue al Compostela, un equipo dedicado a la pura supervivencia. La temporada pasada descendió a Segunda, y esta vez le llamó el Celta. Sus tres goles del domingo al Madrid le confirmaron como el máximo realizador del equipo con mejor fútbol de la Liga.Nació en Sofía, pero su carácter parece el del clásico chulapo, arrogante y simpático a la vez. Se expresa en español con increíble fluidez, escaso acento y un gracioso dominio de los registros coloquiales del lenguaje. Es, nadie lo duda, un tipo conflictivo: en Valencia se lió a bofetadas con el entonces presidente, Francisco Roig, y nunca logró congeniar del todo ni con Antic ni con Fernando Vázquez, el técnico que le dirigió en el Compostela.

En Vigo ha optado por un perfil más discreto y ni siquiera se queja por chupar banquillo o cuando el público muestra su predilección por Gudelj, el niño mimado de Balaídos. Porque a pesar de su fama de díscolo, Penev es un profesional celoso de sus obligaciones, quien además de vencer una enfermedad grave ha llegado a los 32 años en una forma física más que apreciable.

Como futbolista, tal vez le ha perjudicado que normalmente le hayan visto como un ariete clásico. Penev, es cierto, suele rondar los 15 goles por temporada, pero no se distingue como rematador. La suya es una función más sutil: mantiene en constante alerta a los defensas rivales, protege el balón estupendamente y, sobre todo, exhibe una gran inteligencia para, cuando está de espaldas a la portería, jugar con los compañeros. En el Celta, Penev es la referencia constante para Mostovoi, Revivo y Karpin, tres mediopuntas con mucho gol. Su actuación ante el Madrid le ha permitido recuperarse de una pequeña crisis, en la que se le juntó una lesión con una tarde de infortunio ante el Barcelona, uno de esos días en los que Penev seguro que lamentó no haber sido un pistolero del área en lugar de un eficaz y sutil asistente.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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