_
_
_
_
_

Buteflika promete la reconciliación en Argelia si gana las presidenciales

Juan Carlos Sanz

ENVIADO ESPECIAL, Antiguo guerrillero en la larga lucha por la independencia, ex jefe de la diplomacia de una orgullosa nación que se colocó a la cabeza del Tercer Mundo, Abdelaziz Buteflika, de 61 años, aspira a convertirse el próximo jueves en el primer presidente civil de Argelia elegido en las urnas. Después de dos décadas de ostracismo, regresa a la escena política con un llamamiento a la reconciliación nacional. Intenta poner fin a más de siete años de violencia.

Más información
La tercera oportunidad

Esos siete años han desangrado el país, con más de 80.000 muertes tras el golpe militar que impidió la llegada de los islamistas al Gobierno. Buteflika es el candidato favorito del régimen, del "poder", eufemismo con el que los argelinos designan al Ejército. Su victoria en los comicios se da por descontado.El enviado de EL PAÍS le ha seguido durante el pasado fin de semana a través de 5.000 kilómetros del sur argelino, el árido territorio que constituye la mayor parte de un país casi cinco veces mayor que España, y donde sólo vive el 10% de sus 30 millones de habitantes. Es el voto seguro, el que siempre es fiel al régimen: beduinos, tuaregs, descendientes de los esclavos subsaharianos y militares y funcionarios de las ardientes provincias del Sáhara.

El candidato actúa ya como presidente, con un discurso de llamadas a la unidad nacional y la reconciliación, y se permite citar a Voltaire, Rousseau o Montesquieu ante un auditorio de campesinos. No le faltan medios en su campaña. Frente a las limitaciones de sus seis competidores, tiene un Boeing 737 a su disposición.

Un séquito de guardaespaldas, asesores y periodistas desembarca con Buteflika en cada aeropuerto para ser recibido con honores de jefe de Estado. A los 24 años fue el comandante del Ejército de Liberación Nacional que abrió desde Mali el frente del desierto para incorporar el Sáhara a la nueva Argelia. El sur es su feudo.

En Bechar, unos 800 kilómetros al suroeste de Argel, hay un policía en cada esquina al paso de su comitiva. Buteflika acaba de recibir apoyo expreso del partido islamista moderado Movimiento de la Sociedad por la Paz, que junto a la Agrupación Nacional por la Democracia (oficialista), el Frente de Liberación Nacional (antiguo partido único) y la organización islamista Nahda acaparan cuatro quintas partes de la Asamblea Nacional Popular, elegida en junio de 1997. Él reitera en cada mitin que es independiente, pero la prensa local le describe como el favorito del poder y sólo se atreve a plantearse si ganará por goleada en primera vuelta o deberá competir con otro aspirante el día 29.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El polideportivo de Bechar registraba unos 3.000 asistentes en la mañana del viernes cuando el supuesto heredero de la era de Bumedián comenzó a desgranar su discurso nostálgico: "¿Os acordáis cuando por un dinar daban cinco francos franceses? Hoy el franco vale 12,5 dinares". Entonces el barril de petróleo costaba 40 dólares, ahora no llega a 15. Al día siguiente, sin embargo, Buteflika recordó que Bumedián ya había muerto. "Mi país, qué orgulloso estaba de sí mismo... ya no volverá. Argelia y el mundo han cambiado: mi país está destruido, mis hermanos se matan entre sí, mi país llora y sus jóvenes sólo piensan en irse".

Buteflika no es un orador nato, pero sabe entablar un diálogo eficaz con la audiencia rural. "El socialismo ha pasado a la historia, la solución la tenéis vosotros en una economía de mercado", advierte antes de prometer en cada etapa abundante suministro de agua, una universidad y carreteras.

Lo mismo vino a decir por la noche en Adrar, 1.400 kilómetros al sur de Argel. "Alá es el más grande", terció oportunista, "pero todos los que matan son musulmanes, y todos los que mueren. Hay que unirse y acabar con tantas lágrimas, detener el derramamiento de sangre en una Argelia árabe, musulmana y bereber". No en todas partes tuvo igual recibimiento: en Tizi Uzu, en la Cabilia, los bereberes apedrearon su comitiva.

Muchos asistentes a los mítines de Buteflika en su gira por el Sáhara han sido movilizados. Algunos periódicos hablan de "excursiones" con billete de autobús, 100 dinares (250 pesetas) y bocadillos. "Hemos venido con la organización desde nuestro pueblo, a unos 150 kilómetros", explicaba un joven antes de ser interrumpido por un hombre: "Las declaraciones sólo puede hacerlas el jefe de la organización".

Dos filas de tuaregs dieron la bienvenida al candidato a la mañana siguiente en Tamanrasset, a 2.000 kilómetros de Argel. "El jueves, Abdelaziz será presidente", coreaban. La siguiente etapa fue Uargla. Buteflika reiteró una invitación a la tolerancia: "Cada uno puede vestir como quiera, las mujeres pueden llevar minifalda si quieren, o cubrirse con un pañuelo".

La escena se repitió por la tarde en El Ued. Más de 3.000 personas le aguardaban. "Traigo un mensaje para Argelia, un pacto para la paz, para laicos o islamistas que respeten la Constitución. Los islamistas también son ciudadanos, no debemos hacer diferencias. Se ha derramado demasiada sangre y nunca podremos olvidarlo. Pero la puerta está abierta para todos los que quieren la paz: quien reconoce sus propios errores es un gran hombre". Le aclamaron.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_