Movilización antimafia en Corleone
El presidente italiano acude al pueblo del 'capo' Riina para recordar a las víctimas de la Cosa Nostra
"Giovanni Sant"Angelo, Pippo di Salvo...". En la Plaza Mayor de Corleone, rebautizada con el nombre de dos de las víctimas más notables de la Mafia siciliana, los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, una voz femenina lee en voz alta nombres de sabor siciliano. Son las 394 víctimas que se ha cobrado la Mafia en 53 años de actividad criminal de 1945 a 1998. Hay quien sostiene que las víctimas son muchas más, "pero éstos son los nombres de los caídos en el combate contra Cosa Nostra", precisa Giovanni Colussi, un milanés de 31 años experto en temas de la Mafia.Es temprano aún, llueve suavemente, y la plaza de Corleone (a 60 kilómetros de Palermo) no está llena al completo. Hay grupos de chavales con gafas de sol de rabiosa moda, grupos de boy scouts, campesinos silenciosos con la ropa de domingo y sobre todo policías. Agentes de paisano con los auriculares pegados a las orejas, y carabineros en uniforme, y policía municipal, y miembros de la Guardia de Finanza.
En Corleone, el pueblo natal del padrino por excelencia de la Cosa Nostra, del capo dei capi, Salvatore Riina, ayer fue un gran domingo. Libera, la organización creada en 1995 con el objetivo de forzar a las autoridades para que entreguen a municipios y asociaciones cívicas los fondos confiscados a la Mafia, organiza la cuarta Jornada de la memoria, en recuerdo de todas las víctimas de la Cosa Nostra. Es un maratón: 12 horas de debates, música, discursos, lectura de la lista de víctimas y, sobre todo, la presencia, siquiera fugaz, de las grandes autoridades del Estado en un territorio en otro tiempo abandonado a las fuerzas de las grandes familias mafiosas. Por primera vez pisa Corleone el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro. En el acto, el presidente exhortó a combatir a la mafia educando a los jóvenes en el respeto a la ley y a la moralidad. "El mafioso", dijo Scalfaro, "es aquel que quiere hacer una ley para él mismo, para tener una posición privilegiada en la sociedad" .
Antes de que lleguen las autoridades habrá terminado la lectura de nombres de las 394 víctimas. "Para mí son muchas más, para mí son víctimas de la mafia los 18.000 jóvenes muertos por sobredosis en Italia entre 1973 y 1999". Lo dice Luigi Ciotti, el sacerdote que, después de años de trabajo en la rehabilitación de toxicómanos, se embarcó en la lucha contra la Mafia en 1995 fundando Libera, que agrupa hoy a 700 organizaciones. Después de todo, el poder de la Cosa Nostra se forjó gracias al tráfico de estupefacientes. "Me di cuenta de que en esta guerra no se podía ser navegante solitario. Había que involucrar a toda la sociedad en ella. Llevar un mensaje de legalidad a los chavales de las escuelas, socializar el problema". Libera consiguió en 1996 la aprobación de una nueva ley que agiliza la confiscación de bienes a los mafiosos. No obstante, de los 85.000 millones de pesetas confiscados hasta hoy a la mafia sólo el 30% ha sido empleado en escuelas, parques y centros sociales, oficinas y dependencias policiales varias. Ciotti está contento de lo conseguido, pero reconoce que la guerra está lejos de ganarse, que quizá no se gane nunca. "La mafia hoy día es un fenómeno omnipresente en todo el mundo, y en todo el mundo los nuestros, sobre todo la Ndrangheta, la mafia calabresa, están muy implantados", dice el sacerdote.
Corleone, un pueblo miserable en los años cincuenta, cuando estallaron las primeras guerras de la Mafia, es hoy un caótico conglomerado de edificios colocados sin el mínimo criterio urbanístico a lomos de una hermosa colina desde la que se divisan inmensas y verdes soledades. La construcción fue durante años la principal fuente de ingresos de la Cosa Nostra en Sicilia, y todavía hoy se sabe que el 70% de esta actividad en Italia está de una u otra forma controlada por la mafia. Vistas las cifras y la amplitud del fenómeno es inevitable preguntarse, ¿queda algo, en este pueblecito de 12.000 habitantes, la mayoría campesinos, que no sea un mero recuerdo de la etapa de esplendor de la Mafia siciliana? "Por supuesto que sí", dice el alcalde, el treintañero Giuseppe Cipriani, que hoy posa orgulloso con la bandera tricolor en torno al pecho. Cipriani, de izquierdas, recuerda que aquí vive todavía Antonietta Bagarella, mujer de Totó Riina, el gran capo mafioso de los corleoneses encarcelado desde 1993. "La señora Bagarella es todavía una persona muy influyente en el pueblo", explica. "Es pronto para cantar victoria".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.