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"¿A qué espera?"

Desde que el magistrado decidió trasladar a ayer la declaración de Miguel Planchuelo, prevista para el pasado el viernes, casi nadie dudaba de que la fiscal, Paloma Abad, iba a solicitar prisión para el expolicía condenado por el caso Marey. Tras escuchar sus manifestaciones toda la mañana durante cuatro horas y media, el juez se disponía a realizar la vistilla con las partes para decidir sobre la situación procesal de Planchuelo, quien compareció como imputado. Fuera y dentro de la sala, nadie daba un duro por el expolicía. Pero entonces, éste pidió reunirse a solas con el juez y la fiscal para ampliar su declaración por la tarde. Este cambio llevó a los abogados Txema Montero y José Emilio Rodríguez Menéndez a aventurar que el expolicía podía tener un repentino interés en colaborar con el juez. Planchuelo habló con el juez, con la fiscal y con su abogado. Las partes personadas pidieron que constara en acta lo transmitido por el imputado. Pero el magistrado se negó y los letrados mostraron su más enérgica protesta.Dado que la ampliación de su declaración vespertina no aportó nada de valor a la investigación y que salió en libertad, las preguntas se agolpaban en la mente del letrado acusador, Montero. "¿A qué espera Planchuelo". Prefirió no responder pero dio una clave: el juez ha llamado el lunes a partir de las 16.30 primero a Francisco Álvarez, luego a Antonio Rosino -"pese a que las alusiones vertidas por Planchuelo hacia él no explican su nueva condición de imputado, dijo Montero- y finalmente a Planchuelo. Tal vez sea un aviso a los que le precederán en el testimonio.

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