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Hemorragia

JOSEP TORRENT El PSPV sufre una hemorragia interna que nadie parece querer detener. La banda de los tres aprendices de brujo -Pla, Bodí y Vercher- juegan con cuñas publicitarias, vallas y cristos organizativos con la alegría de un aficionado y la ingenuidad de un párvulo. Así le van las cosas a Joan Romero, abismado en su mismidad, distante de la organización de su partido y empeñado en conseguir unas candidaturas imposibles que respeten la democracia paritaria, las cuotas tribales, la presencia de Nova Esquerra, la representación territorial, las notas de color de los independientes y un número dos que apuntale tanto recién llegado al hemiciclo del Palau de Benicarló. Titánica tarea, pardiez. Si le diera por seguir los pasos de esa eminencia gris que responde al nombre de José Luis Ábalos se ahorraría muchos problemas internos a costa de los fracasos externos. El secretario general del PSPV en la ciudad de Valencia ha dado un salto cualitativo respecto de su antecesor. Eduard Montesinos pasará a la historia, entre otras cosas, por ser un mataalcaldes. Ábalos, más precoz, ya es un matacandidatas. Primero se llevó por delante a Carmen Alborch y ahora, en compañía de los suyos, anda barrenando a Ana Noguera. Algún día, alguien deberá acabar con ese timo de la militancia socialista en la ciudad de Valencia, finiquitar el caciquismo de barrio y refundir todas las agrupaciones en una. Tampoco es que esta medida sea el bálsamo de Fierabrás, como bien se puede comprobar en Alicante, pero seguro que reduce la ambición de estos aparatchiks más preocupados por conservar su cargo público que por atender las demandas de la sociedad. La encuesta realizada por la Universidad de Alicante en esta provincia revela hasta qué punto la diarrea de unas primarias pervertidas en internas conduce directamente al fracaso de los más (los ciudadanos progresistas) en beneficio de una ínfima minoría (los aparatos partidistas). Pero éste es un extremo que no parece preocupar a los Ábalos, Pla, Bodí, Asunción, Garcés, Lerma, Ciscar o Romero. Incapacitados por voluntad propia de contener la hemorragia que desangra a su partido.

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