_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

ANTE EL 8 DE MARZO Mujeres y reparto de trabajo VICENTE CASTELLÓ ROSELLÓ

El autor señala que en el debate sobre el reparto de trabajo no se hace distinción de géneros, lo que distorsiona el problemaEl reparto de trabajo como instrumento de creación de empleo y por consiguiente de reducción del paro es tema de debate social, y de investigación. Una abundante literatura ha sido acumulada y está más que nunca de actualidad. Sin embargo, es difícil encontrar referencias a sus consecuencias diferenciales sobre el trabajo de los hombres y de las mujeres. Si bien es verdad, que se han aclarado aspectos muy contrastados de la evolución actual del tiempo de trabajo, de formas de empleo, y de su reparto, no se ha tenido en cuenta el punto de vista del trabajo de las mujeres. En efecto, salvo algunas excepciones muy concretas, la dimensión por géneros no aparece en el debate social, político o académico sobre el reparto del trabajo. Más aún, esta ausencia de consideración impide comprender una parte importante de los desafíos sociales y de las medidas de reducción/reorganización del tiempo de trabajo. Igualmente, sitúan en un impás aspectos éticos -justicia/injusticia- en la relación del trabajo entre sexos, aspectos que deberían, por tanto, estar en el fundamento mismo de toda idea de "reparto" en periodo de crisis del empleo. Por ello, consideramos que es importante suscitar el debate de las mujeres y el reparto de trabajo, por las razones siguientes: Se impone en la Comunidad Valenciana donde la actividad profesional femenina, en 20 años, ha progresado fuertemente: las mujeres representan, en 1998, el 40% de la población activa y su tasa de actividad, ha pasado de significar el 28%, en 1980, al 38% en 1998. Si bien es cierto que los empleos que se han creado están todavía muy concentrados en un número relativamente reducido de oficios y puestos de trabajo (muchos de ellos muy poco cualificados y débilmente remunerados), desde comienzos de la presente década, aunque sin la fuerza deseable, se está también desarrollando el acceso de las mujeres a profesiones liberales y a puestos de responsabilidad. La cuarta Conferencia mundial sobre las mujeres, organizada por la ONU, en Pekín en septiembre de 1995, reavivó el interés de confrontar la idea de reparto equitativo de trabajo con la idea de igualdad entre los sexos. Los acuerdos que se efectúen deberán tener en cuenta los aspectos siguientes: sectores con mayor peso específico de las mujeres; apertura del trabajo de noche a las mujeres; incitación financiera a los permisos individuales como el permiso a los padres; subvención a los contratos a tiempo completo para su transformación en tiempo parcial, etcétera. Hablar del reparto de trabajo en lo que concierne a las mujeres implica una concepción amplia del reparto y del tiempo de trabajo. De entrada se trata de tener en cuenta la diferencia entre trabajo profesional y trabajo doméstico, producción y reproducción, salario y familia. ¿Repartir el trabajo doméstico? En ocasiones, se realizan afirmaciones como: los hombres de hoy realizan más, que en épocas anteriores, tareas domésticas, incluidos, atención y cuidado de los niños. Sin embargo, los datos disponibles en la Unión Europea indican que los cambios realizados, lejos de ser espectaculares denotan una extrema lentitud. En 10 años, el tiempo que los hombres consagran a las tareas domésticas no ha aumentado más que 10 minutos por día, mientras que el de las mujeres sólo ha disminuido en cinco minutos. La persistente asignacion del trabajo doméstico a las mujeres es un hecho real, en contraste con los cambios rápidos en las relaciones sociales entre sexos, en las modificaciones de las formas familiares y la emergencia de movimientos sociales femeninos. El tiempo de trabajo doméstico estructura el tiempo de las mujeres; la noción de tiempo libre no tiene para ellas el mismo sentido que para los hombres. El reparto por sexos del empleo, del paro y del tiempo. En la Comunidad Valenciana, como en cualquier parte de la Unión Europea, la modalidad más utilizada de reparto del trabajo profesional, analizado desde el punto de vista de las diferencias de sexos, es sin lugar a dudas el trabajo a tiempo parcial. La flexibilidad del empleo y del tiempo de trabajo se consiguen por la participación casi exclusiva de las mujeres (80% son mujeres). La imagen positiva de un trabajo a tiempo parcial que sea voluntario, reversible, correctamente remunerado y que se beneficia de la misma protección social que el empleo a tiempo completo, parece más bien un espejismo, sobre todo en un periodo donde es cuestionada la protección social del empleo a tiempo completo, y a su vez por los procesos de precarización que son, al mismo tiempo, el resultado de la emergencia de nuevos modelos productivos, y de necesidades de flexibilización de las empresas. El conjunto de experiencias analizadas de determinados países de la Unión Europea reflejan que el trabajo a tiempo parcial denota, más que una cierta duración -reducida- del tiempo de trabajo, una modalidad determinada de status, un cierto tipo de cualificación, y un cierto tipo de relaciones de poder entre los trabajadores hombres y mujeres en la empresa, según aportaciones del economista H. Hirata. El paro es otra forma de reparto del trabajo profesional entre los sexos. De todos es conocido que el paro y la precarización afectan más fuertemente a las mujeres que a los hombres. A medida que el paro disminuye, aumenta el porcentaje de mujeres en paro. Así, en el tercer trimestre de 1998, la tasa de paro de los activos y activas es respectivamente el 11,5% y 24,9%. Esta jerarquía ha sido constante desde mediados de la década de los setenta, cualquiera que sea su edad, la tasa de paro de las mujeres es superior a los hombres, sobre todo, para los jóvenes y en especial para las jóvenes, que desgraciadamente poseen las tasas de paro más elevadas (39,7%). Por último, los análisis efectuados del paro por tiempo de búsqueda de empleo constituyen elementos de reflexión sobre el reparto del trabajo. El reparto del paro desfavorece, especialmente, a la mujer (60% del paro total son mujeres) ya que son mayoría en el paro de larga duración, lo cual tiene consecuencias graves sobre su situación en el empleo y en la evolución de las cargas del trabajo doméstico. En conclusión, la idea de un reparto de trabajo por una reducción del tiempo de trabajo no tiene sentido si no se considera una separación estricta entre tiempo de trabajo y tiempo fuera del trabajo, entre tiempo de trabajo profesional y tiempo de trabajo doméstico/familiar. Su desafío se sitúa no solamente por encima del trabajo, sino que concierne al conjunto de relaciones entre hombres y mujeres y a las alternativas globales de la sociedad.

Vicente Castelló es profesor de la Facultad de Económicas de Valencia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_