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Spielberg y Shakespeare, a un paso del Oscar

'Salvar al soldado Ryan' y la comedia 'Shakespeare in love' triunfan en la entrega de los Globos de Oro

¿Por qué será que los Globos de Oro adquieren cada año más y más relevancia? ¿Por qué será que ni una sola estrella de Hollywood se pierde nunca la ceremonia de entrega de esos premios? Se suele decir que es porque los Globos de Oro predicen los oscars, pero no siempre es así. Como los Globos de Oro se desdoblan en drama y comedia, siempre hay el doble de posibilidades de que alguno de los premiados repita en marzo en los oscars.Por ejemplo, en la 56ª edición de los Globos de Oro, celebrada el pasado domingo en el salón de bodas y banquetes del hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, ganaron Steven Spielberg y su Salvar al soldado Ryan, como mejor director y película dramática, y Shakespeare in love, que se llevó los de mejor comedia y actriz protagonista (Gwyneth Paltrow) y también el de guión. En una de las grandes ironías del cine reciente, Jim Carrey fue reconocido como mejor actor dramático por El show de Truman. Esto indica que Salvar al soldado Ryan y Shakespeare in love sonarán más de una vez en los oscars. Tampoco la importancia de los Globos de Oro radica en la entidad que los otorga: es un grupo de 87 periodistas extranjeros que cubren el mundo del cine en Hollywood, la mayoría desconocidos colaboradores de revistas imposibles de encontrar en cualquier quiosco de Estados Unidos. ¿Puede esta organización, conocida como la Hollywood Foreign Press Association, tener más prestigio y poder que la Academia de las Ciencias y las Artes del Cine que otorga los oscars? Ni hablar. De modo que, por eliminación, quizás sólo puede haber un motivo para la gran relevancia de los Globos de Oro: que durante la ceremonia se sirve alcohol. Steven Spielberg, Jack Nicholson, Sharon Stone y todos los demás se pasan tres horas con el whisky en la mano y la risa floja. No es raro que presentadores y premiados tengan sospechosos problemas con la dicción. Incluso los no premiados se van a casa con un globo.

En los oscars se sienta uno en una butaca numerada para ver un espectáculo de music-hall que no acaba nunca. Las fiestas vienen luego. En los Globos de Oro, por el contrario, dan cena y barra libre. La fiesta es la ceremonia en sí. Los invitados parecen estar riéndose estrepitosamente todo el rato, y los que lo ven por televisión además gozan de las risas adicionales enlatadas que añade la cadena NBC, que paga millonadas por la retransmisión. No significa esto que los Globos de Oro sean una broma. Comercialmente son casi tan importantes como los oscars, y además, como también se premia a series y estrellas de la televisión, compiten con los Emy.

El punto álgido de la ceremonia del domingo fue cuando Jack Nicholson recibió un premio de honor por toda su carrera. Se lo entregó Warren Beatty. Ambos tienen la misma edad (61 años), pero se pasaron varios minutos lanzándose dardos envenenados sobre su estado de conservación: que si uno hacía películas con Cecil B. De Mille, que si el otro tenía siete años cuando empezó a ver las películas del otro. En ese tono. Nicholson pronunció un lúcido discurso, lleno de bromas y anécdotas sobre el Hollywood que él ha conocido a través de una carrera que ya cubre varias décadas y que (hay que ver cómo pasan los años) le ponía entre los más veteranos de la ceremonia, por debajo de Gregory Peck, que, por cierto, recibió una estatuilla por un papel secundario en un nuevo telefilme basado en Moby Dick.

El payaso oficial de Hollywood Jim Carrey no supo hacer un comentario humorístico a la ironía de haber recibido un premio dramático por El show de Truman, y Gwyneth Paltrow lloró a mares al recibir su premio por la exitosa comedia romántica Shakespeare in love. Michael J. Fox, premiado por su telecomedia Spin City, dio las gracias con gran elegancia y humor al médico que acaba de diagnosticarle que tiene Parkinson.

Ed Harris fue el primer premiado de la noche, por su imponente papel secundario en El show de Truman. El mejor actor de comedia fue Michael Caine, por Little voice, imponiéndose, entre otros, a Antonio Banderas, por El Zorro. El premio a la mejor actriz dramática fue para Cate Blanchette, por Elizabeth, y Estación Central de Brasil fue nombrada mejor película extranjera.

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