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Los dos líderes de la izquierda mexicana abren la lucha por la presidencia

Juan Jesús Aznárez

Las pugnas previas a las presidenciales del 2000 agitan desde hace casi dos años el universo del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero la riña irrumpe ahora en el opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), fraccionado por las ambiciones de sus dos caudillos: el sacerdotal alcalde de Ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas, frustrado aspirante a la presidencia de la república, y el brillante y farruco parlamentario Porfirio Muñoz Ledo.

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"Nunca he sido segundo de nadie"

Muñoz Ledo, de 66 años, que hubiera aceptado la presidencia de México al poco de velar armas en política, casi de adolescente -tal es su pasión por el oficio- aprovechó el embrollo del alcalde en la embrollada capital federal para anunciar que nadie como él para pretender la presidencia, porque el hijo del general Lázaro Cárdenas debería demostrar antes aptitudes como gobernante en la solución de los colosales problemas municipales, empresa que le ocuparía hasta el final de sus días. "El candidato soy yo", declaró. No tardó en reaccionar Cárdenas, de 64 años, con un tiro por elevación: cien de los 125 diputados del partido le aclamaron como candidato natural. Su adversario pasó a la condición de llanero solitario. "Lo del candidato natural es antidemocrático, porque supondría que los demás o somos anormales, o somos sobrenaturales, y yo sobrenatural no me considero, y anormal tampoco". Los promotores de la movilización legislativa y del salivazo a su candidatura, dijo, pretenden convertir a Cárdenas en un caudillo que asegure la continuidad de su medro. La dirección del PRD teme su resquebrajamiento y aconsejó mesura a sus parlamentarios, 40 de los cuales invitaron a cenar al alcalde, le rindieron pleitesía y animaron a proclamarse. El regente pidió tiempo y comedimiento, y de tener que pronunciarse diría que sí, que será candidato el año próximo. Un caudillo emergente, Vicente Fox, gobernador de Puebla, seguro aspirante a la presidencia por el Partido de Acción Nacional (PAN), entró en liza desde el flanco conservador de la política mexicana, y llamó a Cárdenas el cacique mayor del PRD.

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