_
_
_
_
_
CRISIS EN LA UE

La Comisión Europea obtiene la confianza parlamentaria por un estrecho margen de votos

Xavier Vidal-Folch

Paisaje europeo, paisaje de grises. La Comisión Europea salvó ayer la piel. Bruselas ganó la confianza del Parlamento Europeo al superar una moción de censura. Pero por estrecho margen: 293 votos a favor, frente a 232 en contra. La Cámara afianzó su poder, pero dejó al desnudo sus divisiones. Una alianza de nuevo cuño entre la izquierda y la mitad de los democristianos salvó al presidente católico, Jacques Santer, y a sus comisarios socialistas Manuel Marín y Edith Cresson. Los diputados alemanes, que votaron en bloque contra Bruselas, quedaron aislados en su derrota.

Más información
Manuel Marín: "Ningún grupo ha cuestionado mi integridad personal o profesional"

El Ejecutivo entró al debate agonizante. Ayer salió del voto vivo pero en cuidados intensivos. Para unos, se reforzó, pues "hemos votado por una Comisión más fuerte en una Unión Europea más fuerte", como dijo la líder socialista Pauline Green, y porque "hay mayoría a favor de la Comisión", como resaltó Santer. Para otros, se debilitó, pues "esto es como el cuento del lobo, esta vez ha amenazado y no ha mordido, pero la próxima morderá", como metaforizó el presidente de la Cámara, José María Gil-Robles, democristiano.Ayer nació una nueva mayoría circunstancial frente a la sempiterna alianza de los dos principales grupos, socialistas del PSE (214 de los 626 escaños) y democristianos del PPE (202 puestos): la de toda la izquierda junto a la mitad del PPE. Urdida por Green, en complicidad con Jacques Santer y el apoyo de los rebeldes democristianos (mediterráneos y escandinavos contra alemanes y británicos), funcionó.

Primero se votaron las dos resoluciones, la encabezada por los democristianos del PPE -flanqueados de liberales y verdes- y la liderada por los socialistas del PSE, apoyados por Izquierda Unitaria y radicales. Diferencia: la derecha reclamaba la cabeza de Cresson y ponía bajo tutela a Marín. Fue ampliamente derrotada, por más de 350 votos favorables a Bruselas contra más de 150 contrarios. La francesa (356 a favor, 165 en contra, 13 abstenciones) quedó peor que el español (364 a favor, 155 en contra, 23 abstenciones). Luego se aprobó la resolución de la izquierda, con 319 apoyos y 157 votos en contra, que postulaba la creación de un comité de expertos -bipartito entre Comisión y Parlamento- que examinará en dos meses los casos de fraude detectados. Al ganar, Green retiró su moción de censura constructiva, en realidad de confianza. Y se votó sobre la presentada por el grupo derechista francés (acaudillado en París por De Villiers), de censura destructiva. Las alianzas cambiaron, aumentando el voto de los críticos hasta 232 y disminuyendo el de los favorables hasta 293.

Tiro al plato

Así, una gran mayoría se opuso al tiro al plato, por su militancia, contra comisarios individuales. Ahí se agruparon no sólo las izquierdas, sino también la mitad del PPE, en rebeldía con su dirección alemana. "Hemos sido decisivos, al arrancar la mitad de los votos de nuestro grupo y meterlos en el otro lado", comentó con razonable satisfacción el urdidor de la operación, el jefe de los populares españoles, Gerardo Galeote. En la versión rival, "el que ha salido más tocado es el PPE, dividido como un melón, como la derecha francesa, que no sabe si optar por el centro o por la extrema derecha", según Manuel Medina, presidente de los socialistas hispanos. La más abultada carga pro censura global obedeció a Izquierda Unitaria, radicales y socialdemócratas germanos, síntoma del malestar contra el Ejecutivo. Aunque la Comisión se salva en lo estadístico (la censura requiere una mayoría cualificada de dos tercios) y en lo político-formal (una mayoría simple en contra hubiera forzado su dimisión), la cantidad de votos contrarios es muy sustancial. Dato final, la abrumadora derrota alemana. De los 99 diputados alemanes que militan en el PPE, el PSE y los Verdes, 86 votaron la censura; 7, la confianza, y el resto se ausentó. Esta colocación extramuros quizá signifique que Europa ha endosado con placer el modelo alemán para la unión monetaria pero que se resiste a nuevos diktat.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_