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FÚTBOL: 14ª JORNADA DE LIGA

El Athletic recupera la autoestima

Guerrero pone el toque de maestría para remontar el gol de Pauleta

Luis Fernández había convertido el partido en un asunto crucial. Más allá de la polémica sobre el cambio de estilo operado en los últimos encuentros, miraba a la clasificación en busca de un lugar más cálido. Ante el Deportivo -candidato al liderazgo de la Liga de nuevo esta temporada tras quedar fuera de los puestos europeos en la anterior campaña- había señalado que se trataba de ganar, jugando bien o mal.Una apelación al estoicismo y la entrega, que los futbolistas llevaron por el buen camino. No fue extraño que el equipo se condujera por el tacto suave de Guerrero, una vez que el capitan logró hacerse un hueco en el estrecho margen que permitía el conjunto gallego.

El Athletic se pareció a sí mismo (mitad tacto, mitad músculo) y el Deportivo amarilleaba su vieja definición de equipo sutil que le otorgó tiempos atrás una condición superlativa. Sus cuentas resultaban tan elocuentes como su humildad: un equipo en racha (ocho jornadas sin perder, tres victorias seguidas y segundo en la clasificación hasta ayer) que sin embargo deja un poso de levedad en su juego.

ATHLETIC 2

DEPORTIVO 1Athletic: I. Etxeberria; Lacruz, Carlos García, Ferreira (Lasa, m. 54), Larrazabal; Felipe (Javi González, m. 45), Urrutia, Guerrero, Alkiza; J. Etxeberria y Urzaiz (Ezquerro, m. 78). Deportivo: Songo´ o; Armando, Donato, Naybet, Romero; Flavio (Manuel Pablo, m. 69), Mauro Silva; Hadji (Turu Flores, m. 62), Djalminha (Ziani, n. 45), Fran; Pauleta. Goles: 0-1. Hadji aprovecha un error de Larrazabal y cede a Pauleta que se revuelve en el área y marca de tiro cruzado. 1-1. M. 29. Joseba Etxeberria cabecea un centro medido de Julen Guerrero. 2-1. M. 59. Guerrero efectúa un libre directo a la cabeza de Urzaiz que marca lanzándose en plancha. Árbitro: Carmona Méndez, extremeño. Mostró tarjetas amarillas a los deportivistas Armando y Naybet. Unos 38.000 espectadores en San Mamés.

El Deportivo no encandiló en San Mamés, a pesar de contar con una salida briosa y un gol temprano que ponía de manifiesto la calidad de dos futbolistas singulares, Hadji y Pauleta.

Sin equilibrio

Pero el Deportivo no transmite. No en vano sus brasileños (Flavio, Djalminja, Donato) se han reconvertido en destajistas que se entregan afanosos a la tarea, dejando la alegría en el vestuario. El Athletic encajó el golpe y apretó el acelerador. Había encajado el gol sin que sus futbolistas mejor dotados, Guerrero y Urrutia, hubieran conectado más que un par de veces con el balón. Cuando Guerrero lo tuvo a placer lo colocó en la cabeza de Etxeberria y llegó el ampate. El Deportivo manejaba mejor el balón, pero no disponía de equilibrio. Sus delanteros se avistaban muy lejanos y sus defensores perdían en cada acción aérea.El Athletic, a pesar de San Mamés (insufrible e indecoroso) fue tomando el pulso al partido, sin perder la calma y con una recuperada solvencia defensiva. El Deportivo no le perdía la cara al juego, aunque pecara de inocencia y entre ambos construían un partido más entrentenido que bello, más atractivo que interesante.

Pudo desequilibrar de nuevo Pauleta en un mano a mano con su defensor y lo pudo hacer Joseba Etxeberria con un tiro al poste, en la primera mitad.

Luis Fernández decidió mantener la calma y confíar en el colectivo, huyendo de su habitual recurso al atasco de delanteros. El equilibrio natural lo halló en la inteligencia de sus futbolistas más preclaros. Cuando Julen Guerrero, Urrutia y un renacido Alkiza se juntaron, Urzaiz y Etxeberria disfrutaron de un fútbol más exacto. Y en esto surgió, otra vez Julen Guerrero poniendo un balón de rosca por encima de la defensa que Urzaiz empujó en plongeon a la red. Era la mezcla buscada. El tacto del juego, la contundencia en el remate, ejecutado respectivamente por los dos futbolistas más acreditados en cadacaso.

El conjunto coruñés, muy triste hasta ese momento, apretó los dientes y rebuscó en los minutos finales una jugada fortuita que le devolviera un punto.

No la halló quizá porque se trata de un equipo ordenado, honrado, aliñado, pero sin encanto.

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