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Maniobras orquestales en El Palmar

Hace unos días me encontraba en Castellón con motivo de una conferencia sobre al vigésimo aniversario de la Constitución. A la hora de la cena, conversando con las directivas del club que me había invitado, saltó la liebre: una de las damas presentes me preguntó por el problema de El Palmar manifestando su extrañeza porque habían recibido una petición de adhesión de una asociación de amas de casa, remitida con sobre y franqueo de la Generalitat Valenciana; hay secretario que puede dar fe. La verdad la cosa me extrañó. Unos días antes parecía que el bloqueo existente entre la Comunidad y el Ayuntamiento se rompía: la alcaldesa recibía a la directiva de la Comunidad, se abría la posibilidad de conversaciones, eo ipso aparecen en una emisora de TV unas declarantes cuyas declaraciones se dirigen directamente a romper cualquier posibilidad de diálogo entre alcaldía y Comunidad con vistas a una solución amistosa por el acreditado procedimiento de la provocación, maniobra culminada por el éxito: la Comunidad monta un caballo negro llamado cólera y expulsa a quien no era procedente expulsar en el momento menos indicado. Desconcierto municipal, un portavoz del gobierno de la Casa Gran amenaza con acciones municipales destinadas a destruir lo que el propio concejal califica como una institución de Derecho Foral Valenciano. En el interin la Comunidad que vive de la pesca en el lago sigue ausente de una Junta de Desagües en la que tiene cierto interés, por obvias razones tanto de conservación como de explotación, y en un cajón de un despacho municipal duerme una solicitud de la Comunidad, favorablemente informada por los servicios técnicos, para poder ejercer parte de los derechos de pesca de los que la Comunidad es titular y que ampara la ley de cesión. Podría parecer que nos encontramos ante una cadena de errores y despropósitos, y ciertamente ni unos ni otros faltan en esta historia, en especial cuando la cuestión que sirvió de desencadenante de la crisis está sub iudice y el más elemental respeto a la independencia de la magistratura debiera aconsejar a todos, administraciones afectadas, las partes y sus letrados, una rigurosa conducta de abstención de toda acción de relevancia pública en la materia. Pues no me parece que sea una conducta profesional alabable en los letrados la que consiste en tratar de influir sobre el tribunal mediante el recurso a los medios. Que de la erosión de la Justicia no tienen siempre la culpa los miembros del Poder Judicial, y algún mea culpa tienen que decir en la materia los abogados poco profesionales. Y mientras tanto la situación en El Palmar se tensa, la convivencia se hace más difícil, han aparecido las palabras gruesas (que suelen ser el preámbulo del empleo de las manos ) y en el horizonte aparece un fantasma que no interesa a nadie, a nadie en El Palmar al menos, la desaparición de la Comunidad. Demasiados errores, demasiadas coincidencias, demasiados franqueos, demasiadas TV, para que la cosa merezca razonablemente el calificativo de casual. Aquí hay orquesta, y no cabe duda que donde hay orquesta hay director. Tal y como están las cosas no parece que sea irrelevante plantearse la cuestión ciceroniana, ¿qui prodest? De la crisis, ¿quién se se beneficia?, ¿a quién aprovecharía la liquidación del común de pescadores? ¿quién quiere cargarse una institución centenaria, una de la pocas supervivientes del derecho valenciano anterior a 1707? La verdad es que no lo sé, pero en esta historia hay algo que no está claro, algo que, a mayor abundamiento, no huele bien. Por el contrario si sé a quien no le interesa la crisis, ni sus eventuales consecuencias: no le interesa a la Comunidad, que se juega su identidad y existencia en este asunto, no les interesa a las señoras recurrentes, pues para que ingresar en la Comunidad tenga sentido Comunidad debe haber, y no parece que sea muy racional tirar piedras a su propio tejado, no interesa a los vecinos de El Palmar, porque la degradación de la convivencia, la posible pérdida de un instrumento de cohesión y una fuente de ingresos no parecen objetivos deseables, no interesa al Ayuntamiento, que bastantes problemas tiene para meterse en uno en el que no tiene nada que ganar y sí mucho que perder, no interesa a la alcaldesa, porque para ella este es un juego pierde-pierde, en el que, por definición, el jugador no puede ganar, la evolución del asunto no interesa ni al municipio ni a la alcaldesa, porque ambos dos tienen positivo interés en la normalidad y el acuerdo y son los paganos de la anormalidad y el conflicto, no interesa a Medio Ambiente, porque pierde un aliado en relación con el parque, los desagües, la limpieza del lago y el asunto de la contaminación por plomo a consecuencia de la caza. No interesa a los interesados, luego algún interés desinteresado anda por ahí obstaculizando el diálogo, dificultando la negociación y poniendo chinas en el camino de la administración de Justicia. Y habrá que empezar a buscar el lugar donde un desinterés tan interesado habita. Con todo no hay que llamarse a engaño, los vecinos de El Palmar, sean o no miembros de la Comunidad, sean o no parte del pleito, y los miembros del Ayuntamiento, deberían meditar la sentencia evangélica: Casa dividida contra sí misma perecerá. Laus Deo.

Manuel Martínez Sospedra es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia.

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