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Tribuna
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Más sobre Telefónica

El lector explica su historia, previa al fallo de los servicios de emergencia del pasado jueves: hace un tiempo recibió una oferta de Telefónica. Podía disponer de un servicio de desvío de llamada por el que sólo tenía que pagar si no llegaba a una facturación mínima. Aceptó. El pasado 27 de noviembre recibió una factura (en la que ponía que había sido emitida el día 28) en la que se le cobraban 100 pesetas mensuales por el servicio supuestamente gratuito. Llamó al 004 y tras varios intentos de explicar su caso (en uno de ellos un empleado le colgó el teléfono) logró saber que él era el equivocado. No entendió bien (el pobre) lo que le dijo con claridad la persona que le ofreció el desvío de llamada gratis durante tres meses y pagando a partir de ahí. El lector se dio de baja del servicio, colgó y llamó a otra compañía antes de dirigirse a esta sección. Su reflexión es la siguiente: ¿por qué el empleado le llama tonto y le asegura que no entendió bien lo que le ofrecían?, ¿no es imaginable que la persona que le ofreció el servicio exagerara la gratuidad para lograr los objetivos marcados o que se explicara mal? En cualquier caso, la carga de la prueba recae sobre el cliente, nunca sobre la compañía, monopolio durante tantos años. Añade que, a partir de ahora, Telefónica se lo va a tener que dar todo por escrito, de forma que pueda demostrar lo que ha entendido. Y el asunto es más preocupante en un tiempo en el que la venta telefónica, incluida la de los servicios de esta empresa, va en aumento. ¿Cómo fiarse de alguien que ni siquiera tiene rostro, aunque en algún caso tenga mucha cara? El portavoz de la compañía lamenta los hechos. Cree enteramente al lector y le pide disculpas. La mayoría de los empleados, asegura, no coinciden con el tipo que colgó el teléfono ni con la voz femenina que le vendió como gratis algo que ha terminado por pagar. Insiste en la voluntad de la compañía de adecuarse a los nuevos tiempos y tratar al cliente como la persona que es, además de cliente. El lector añadía una queja sobre la música de fondo que suena cuando uno está en espera. "Suena mal", afirma, "y lo que es peor, incomunica al que llama y le deja sin poder decir siquiera que llamará más tarde". El portavoz reconoce una vez más los hechos y acepta traspasar la queja a sus superiores.Un usuario del teléfono.

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