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"La paz en Euskadi depende del PNV"

La transición española se concretó después de Pavía -"ha entrado Pavía", exclamó un diputado, el día en que Tejero irrumpió en el hemiciclo-, cuyo levantamiento fue liquidado en buena parte por la actuación del general Quintana Laccaci. Alberto Oliart, ex ministro de Industria y de Defensa del Gobierno de UCD, recuerda el estruendo y el cuerpo a tierra. "El mismísimo Íñigo Cavero se me cayó encima y, que quieren que les diga, casi prefiero las balas", subraya. El levantamiento acabó cuando Quintana Lacacci, fiel al rey Juan Carlos, frenó la marcha sobre Madrid de la División Acorazada. Oliart añade que el entonces coronel Alonso Manglano ofreció la ayuda de los paracaidistas y boinas verdes para detener a la Brunete; y el monarca se santiguó dos veces antes de jurar: "¡A mí no me pasará como a mi abuelo!". De este modo, un poco en clave de intriga palaciega, salpicada por algún determinismo socioeconómico -no al revés-, desparramó Oliart su versión de la transición en el curso de una comida coloquio celebrada ayer en el Círculo Ecuestre y a la que acudieron políticos como el presidente del Parlament, Joan Reventós, intelectuales como Josep Maria Castellet y hombres de empresa. El Oliart memorialístico de Contra el olvido -un relato sobre su su infancia y su juventud en la Barcelona de Gil de Biedma, Barral, Ivonne, Marsé, Balcells, etcétera- se cruzó con el recuerdo de la transición menos metafórica a cargo de un liberal que fue ministro del Ejército. Ya en la ronda de cafés, el coloquio se deslizó por la recién ganada paz de Euskadi. Oliart desveló que, cuando desempeñaba la cartera de Defensa, el entonces titular de Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko, le dijo: "Si entran ustedes en la OTAN vivirán un ascenso del terrorismo". ¿Y ahora? Ahora, ETA está derrotada, sobre todo, después del golpe de la Audiencia al grupo del Egin y a un sector de apoyo que contaba activos valorados en 8.000 millones de pesetas. Pero, "la paz depende del PNV". Nadie insistió ni negó, aunque, por unos momentos, el debate se hizo cóncavo -los salones de la Barcelona noble son insonoros- ya que en Euskadi se fraguaba, mientras tanto, una mayoría invertebrada con Erri Batasuna en la sombra. Oliart sembró la reunión con la autocomplaciente nostalgia que siempre evoca la impoluta transición de UCD. Todo empezó con el óbito del general, aunque la transición estaba cernida por "la aparición de una España sociológica renovada tras el efecto que habían producido la convertibilidad de la peseta y el regreso de la emigración a Europa y otras consideraciones, aparentemente menores, como el boom turístico". Oliart proclamó que los Pactos de la Moncloa de 1977 instauraron un clima de estabilidad social entonces impensable y que abrieron una segunda fase de la transición, coronada por la llegada al poder del PSOE. Precisamente, el ascenso del PSOE en 1982 y su anticipo en las elecciones municipales de 1979 situaron a España en el centro izquierda, provocando la indiferencia de Washington respecto a la joven democracia. "Financieros como Prater y Rockefeller argumentaban entonces que no alcanzaríamos la plena democracia a causa de los militares y de los regionalismos". Oliart recordó la reforma fiscal de UCD que provocó en Cataluña una fronda empresarial muy seria y las críticas al Gobierno lanzadas por Alberto Folch Rusiñol en una cena en su masía ampurdanesa". Luego, el fin de la hegemonía centrista, la pinza entre UCD y el PC y el empuje de "la derecha extramuros" liderada por golpistas con los mensajes de fondo del Colectivo Almendros en el diario madrileño El Alcázar.

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