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La roca que resiste

Xosé Hermida

"Espero llegar a quinientos", bromeó Donato el pasado domingo en el Manzanares, tras disputar su encuentro 348 en Primera División y convertirse en el futbolista nacido en el extranjero que ha jugado más partidos de la Liga española. Algunos se tomaron la frase literalmente, y la verdad es que no era para menos. Porque Donato, un hombre de fe, sigue desafiando el paso del tiempo: cumplirá 36 años el último día de 1998 y su contrato con el Deportivo concluye el 30 de junio de 1999, pero los números no le asustan mientras note que le responden las fuerzas. "El próximo año seguiré jugando", afirma convencido, "si puede ser, en A Coruña, y si no, me buscaré otro equipo".Los diez minutos que salió el domingo al césped del Manzanares -el estadio donde emprendió su largo periplo español- sirvieron a Donato para desbancar con su marca a una leyenda como Hugo Sánchez. Pero su nombre ya había entrado en la historia del fútbol español cuatro años atrás, cuando Javier Clemente le convirtió en el primer futbolista negro que se ponía la camiseta de la selección nacional, con la que llegó a jugar 12 partidos.

Como suele ocurrir muchas veces en estos casos, Donato Gama da Silva, nacido en Río de Janeiro y notorio miembro de los Atletas de Cristo, un grupo de deportistas brasileños a los que une su fe evangelista, llegó a España un poco por casualidad. Su equipo, el Vasco de Gama, jugó en 1988 el Torneo Carranza contra el Atlético. Los técnicos rojiblancos se fijaron especialmente en otro jugador, pero a la hora de la verdad el Vasco de Gama sólo quiso vender a Donato, y Jesús Gil aceptó la oferta. Donato estuvo cinco años, dio toda clase de muestras de probidad deportiva, obtuvo la nacionalidad española, soportó los exabruptos de Gil y, entre tormenta y tormenta, ganó dos copas.

El Deportivo, recién instalado entre los grandes, lo fichó en 1992. Ese año perdería la Liga en el último minuto tras haber formado, junto a Mauro Silva, uno de los centros del campo más rocosos que se han visto en España en mucho tiempo. Luego ganó otra Copa y, a los 31 años, lo sorprendió la llamada de la selección española. "En A Coruña me ha ido muy bien, pero tampoco podría decir que aquí he sido más feliz que en Madrid", asegura el futbolista, "en todos los sitios donde he estado me he encontrado cosas buenas y malas, y nunca me he cerrado una puerta. En Madrid hay mucha gente que aún se acuerda de mí con cariño y lo pude comprobar el domingo pasado. De hecho, yo no le doy demasiada importancia a este récord, pero sí es verdad que me hizo mucha ilusión lograrlo en el campo del Atlético".

También en A Coruña pudo emocionarse hace algunas semanas con otra manifestación de reconocimiento popular. Donato, que este año ya no es titular, estuvo negociando su posible marcha al Compostela, finalmente frustrada por diferencias económicas. Al siguiente partido en Riazor, cuando salió a calentar por la banda, el estadio entero le pidió a coro que no se marchase. Donato es uno de los últimos supervivientes del Superdepor, un futbolista que ha resistido a todos los masivos desembarcos que siguieron a la sentencia Bosman. En las tres últimas campañas se ha certificado su declive en numerosas ocasiones e incluso estuvo a punto de dejar el Deportivo más de una vez. Al final, siempre ha acabado renovando sus contratos y encontrando un sitio como titular. La temporada pasada ya parecía la de su despedida, pero terminó jugando casi todo el año.

"Oigo decir que estoy viejo desde hace tres años, pero yo no me siento viejo", se queja, "mientras pueda, seguiré luchando y, de momento, puedo. Creo que lo demuestro todos los días en los entrenamientos". De momento, Irureta cuenta poco con él, y Donato ha jugado apenas unos minutos. El hispano-brasileño no se conforma: "Quiero ser titular y voy a esforzarme al máximo para conseguirlo".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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