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Dos años de batalla moral impulsada por un obispo sin miedo

Alfonso Armada

El resplandor político y personal de Nelson Mandela a menudo ha dejado en la sombra a su buen amigo y compañero de fatigas Desmond Tutu, el arzobispo anglicano que no sólo comparte con el presidente surafricano el premio Nobel de la Paz, sino la certeza de que el futuro del gigantesco país de África austral se basa en la reconciliación entre todas las razas. Tutu, que ganó el Nobel en 1994 por su campaña no violenta contra el apartheid, se ha convertido en la verdadera conciencia moral de la nación del arco iris como presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).Tutu, un hombre pequeño y enérgico, capaz de emocionarse y de mostrar abiertamente su dolor ante los relatos más espeluznantes de los peores años del régimen de segregación racial, ha tenido que soportar hasta el último momento presiones de todo tipo para devaluar una tarea que siempre ha juzgado imprescindible para fundar una república en la memoria, la asunción de todas las culpas y el perdón.

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Tutu ha tenido que sufrir recrimininaciones malintencionadas -ha sido acusado hasta de traición- por llevar adelante un proceso que garantizó la amnistía para los culpables de crímenes atroces que reconocieran públicamente los hechos en vez de defender la aplicación de una justicia implacable. El arzobispo contrapone "una amnistía que permita a todos sobrevivir" a "una justicia de tierra quemada", y remacha: "He ahí la verdadera realpolitik: el perdón".

Una larga historia

Mandela firmó en julio de 1995 una ley designada para promover la unidad y la reconciliación nacional de Suráfrica y que establecía a su vez una Comisión de la Verdad que debía examinar los 33 años de régimen segregacionista y sus atrocidades.La primera persona que prestó testimonio ante la CVR fue Nohle Mohapi, viuda de un líder de la conciencia negra, Mapetla Mohapi, que murió mientras se encontraba bajo detención policial. Tutu se hundió y mostró abiertamente su dolor tras escuchar los espantosos testimonios de inhumanidad, tortura y asesinatos cometidos bajo el apartheid.

A partir de aquel día se sucedió una serie interminable de relatos que hicieron revivir a las víctimas momentos de un dolor a veces insoportable. El tribunal vivió momentos de palpable tensión cuando testificó la ex mujer del presidente Mandela, Winnie Madikizela.

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Tutu llegó a amenazar con abandonar la presidencia de la Comisión si el Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela, impugnaba la determinación de conceder amnistía a los que admitieran violación de derechos humanos. El contento del extrovertido arzobispo era evidente ayer cuando puso en manos de su amigo el presidente los cinco volúmenes fruto de dos años de trabajo con el mal.

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