_
_
_
_
_
FÚTBOL COPA DE LA UEFA

Una victoria sin entusiasmo

Una conexión Kiko-Valerón resolvió para el Atlético un partido flojo

Con la ley del mínimo esfuerzo, el Atlético puso rumbo a la segunda ronda. Lo hizo desde la comodidad, sin más sobresaltos que los que su propia desidia le proporcionó en la primera mitad y sin necesitar tomar más precauciones con el rival que las que exigían sus afiladas botas, siempre prestas para la patada. Los rojiblancos, con todo, dejaron Belgrado con demasiadas heridas: Serena se unió a la lista de víctimas de la violencia del Obilic, Molina fue expulsado y Mena amonestado, con lo que también se perderá la primera cita de la siguiente fase.El Atlético se lo tomó sin ningún entusiasmo. Y fue la peor decisión que podía tomar. Porque aunque el Obilic confirmó toda la mediocridad que lleva dentro, ya avisada con creces en la ida, a los rojiblancos les pudo hacer daño su siesta del primer tiempo. Hasta tres veces se plantaron los yugoslavos con malas intenciones ante las mismas narices de Molina, y hasta el palo tuvo que escupir el balón en una de ellas. Tres sustos serios, aquello sobre lo que tanto había avisado Sacchi en los días previos. "Partimos con ventaja sólo si nos mentalizamos de que no existe tal ventaja, hay que jugar como si estuviéramos 0-0", advertía el técnico. Pero no. El Atlético saltó al campo con cara de clasificado, seguro de que ni el peor de los casos podría poner en peligro su pasaporte a la siguiente fase. Quiso manejar el encuentro desde la comodidad, manejando la pelota, durmiendo el partido, esperando que sonara la bocina final. Se olvidó de la presión decidida y dirigió sus ataques sin la convicción del que necesita que acaben bien, anunciando a voces su poca ambición.

OBILIC 0

ATLÉTICO 1Obilic: Lukic; Savic (Vergec, m.46), Mrkic, Novic; Zoric (Litera, m 60) , Zivkovic, Grozdic, Sarac (Juskic, m.70); Kovacevic y Rankovic. Atlético: Molina; Aguilera, Santi, Chamot, Serena (Toni, m. 7); Roberto, Mena, Valerón, Lardín (Njegus, m.75); Kiko y José Mari (Jaro, m.56). Goles: 0-1. M.54 Kiko recibe un centro de Valerón desde la banda izquierda, controla y dispara con la derecha a la media vuelta. Árbitro: Vegereef (Holanda). Expulsó a Molina (m.56) por una fuerte entrada a Grozdic fuera del área. Sancionó con amarilla a los serbios Sarac, Novic y Juskic, y a los atléticos Chamot y Mena. Unos 7.000 espectadores en el estadio del Partizán de Belgrado, entre los que se encontraban unos 300 rojiblancos.

Más información
Parte de guerra
Sacchi, disgustado

El Obilic enseñó más orden, ya no mareó el partido con sus incontables marcajes al hombre y no se tomó el compromiso a la desesperada. Su táctica fue la de consentir que el Atlético se durmiera, despertarle de vez en cuando a base de golpes y probar su propia fortuna en las contadas ocasiones en las que los rojiblancos les cedían el balón. Entonces buscaban la aventura por una banda, aprovechaban la permisividad de los madrileños, y lanzaban el puñal: Zivkovic (m. 24), y Sarac (m. 31 y 43) pusieron un nudo en la garganta de Molina. Del Atlético no hubo más noticias en todo el primer tiempo que un remate de Lardín al palo.

Arrancó el Atlético en la segunda parte con otro color, más despierto. Como si hubiera aprendido de los tres avisos del Obilic. Salió a por el partido, esta vez más convencido de que sólo un gol podría darle la tranquilidad definitiva. Y no le costó demasiado extraer beneficios: diez minutos. Bastó una conexión Valerón-Kiko para desnudar al Obilic. Fue un globito sutil del media punta en una falta que anunciaba más bien una rosca al segundo palo, un control de espaldas posterior del delantero, un giro y un tiro al rincón: una jugada que, por las veces que la ha realizado el Atlético en lo que va de temporada -así marcó también en Montjuïc- debe estar señalada en rojo en el libro de acciones de estrategia del equipo de Sacchi.

La historia estaba cerrada. Y no se abrió ya, ni siquiera cuando minutos después Molina tuvo que salir a la desesperada a los pies de Grozdic, derribarle y ganarse la expulsión. El suceso hizo herida y gorda en el Atlético, pero más con miras al futuro, a la siguiente ronda que se tendrá que perder el guardameta titular rojiblanco, que respecto del partido de ayer en sí.

El Obilic se aprovechó de la superioridad numérica para tomar las riendas del partido. Pero el Atlético sabía, ya sí, que la clasificación la tenía ya guardada en el equipaje. Aceptó el guión, se replegó atrás y sin despenairse alcanzó el final. Pasó sin más el trámite de Belgrado. Y casi silbando, por mucho que su conformismo inicial, su falta de entusiasmo, le obligara a sufrir tres sustos en la primera mitad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_