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Misterio hasta después de la muerte

Florence Griffith-Joyner, la atleta más rápida de la historia, ha llevado el misterio hasta después de su muerte. Aún pasarán varios días, o semanas, tras la autopsia del lunes y los estudios que se están efectuando en Mission Viejo (California), para conocer las causas de su fallecimiento. En principio, según sus allegados, murió cuando dormía por algún problema cardiaco o circulatorio. Mientras tanto, al día siguiente de que casi todas las reacciones fueran para recordarla como una atleta asombrosa, las acusaciones sobre su más que probable dopaje para conseguir en apenas un año unas marcas siderales, se sucedieron.La británica Lorna Boothe, ex medalla de plata en unos Juegos de la Commonwealth en 100 metros vallas, negó ayer unas significativas declaraciones suyas, al London Evening Standard. Boothe, ahora entrenadora del equipo femenino del Reino Unido, vivió en Los Angeles de 1984 a 1991, mientras trabajaba en un banco. "Conocí a una enfermera que trabajaba en un hospital de California y que aseguró que FloJo acudía para tomar ciertas sustancias, entre ellas esteroides y testosterona", aseguró.

El médico francés Jean Pierre de Mondenard fue tajante: "Su transformación no era natural. Incluso entrenándose 10 o 15 horas todos los días es humanamente imposible hacerlo. Masculinizándose perdió una parte de su inmunidad cardiovascular".

En Alemania se ha ido más lejos. Mientras el experto en dopaje Werner Franke señaló que el primer ataque de Griffith en 1996 ya indicaba "un mal uso de los anabolizantes", Helmut Digel, el presidente de la federación de atletismo, ha pedido ya que los récords "se renueven a partir del año 2.000, porque los de finales de este siglo están bajo sospecha". Digel recordó que en febrero murió el ex lanzador de peso Ralf Reichenbach, con sólo 47 años, de otro ataque cardiaco.

En el lado contrario, Carl Lewis suavizó ya su creencia de que FloJo se dopaba, vertida en su libro Inside Track, hablando de que es "muy triste ver morir a alguien tan joven". El COI mantiene una postura prudente, neutra, y el sueco Arne Ljungqvist, presidente de la comisión médica de la Federación Internacional de Atletismo hizo de salvador argumentando que no es correcto acusarla de dopaje porque "su muerte podría haber sido debida a una herencia genética".

La realidad es que Florence Griffith, que posee aún cuatro de las cinco mejores marcas mundiales de 100 metros y las dos de 200, puede pasar a engrosar la lista de fallecidos por los anabolizantes. Los más conocidos, aparte de muchos culturistas, dos discóbolos, el danés Kaj Andersen, que se suicidó, con problemas psiquiátricos (1973), y el húngaro Janos Farago, con cáncer de riñones (1985), la heptatloniana alemana Brigit Dressel, tras tomar 400 dosis (1985), el halterófilo belga Serge Reding, una mole derrumbada de otro ataque cardiaco (1975), o el jugador de fútbol-rugby norteamericano y actor Lyle Alzado, que achacó su tumor cerebral al abuso (1982).

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