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La Bolsa negocia su traslado a la sede del Banco de España en la plaza de Catalunya

Bolsa de Barcelona ha iniciado negociaciones con el Banco de España para trasladar su actual sede, situada en paseo de Gràcia, 19, a la delegación que el banco emisor tiene en la plaza de Catalunya. La intención de estas conversaciones es que, a medio plazo -en el término de dos años-, la sede del mercado catalán ocupe un inmueble que el Banco de España dejará prácticamente libre, a causa de los profundos cambios que para la institución supondrá tanto la implantación del euro como la creación del Banco Central Europeo.

Los contactos se han realizado a través del delegado del Banco de España en Catalunya, Lluís Bergés, y el presidente de Bolsa de Barcelona, Joan Hortalà, según confirmó este último. Debido a los términos de calendario que maneja el Banco de España, no se puede hablar de negociaciones avanzadas, pero existe un mutuo interés: tanto del Banco de España, que así daría salida a un activo ocioso, como de Bolsa de Barcelona, que intenta con esta mudanza reducir los costes de alquiler que asume ocupando su sede actual. Joan Hortalà añadió que "la bolsa necesitará más espacio, tanto para el parqué, por la demanda de un pequeño inversor que cada vez acudirá más a los mercados, independientemente del peso que tenga la plaza financiera en el futuro marco europeo; como para ofrecer más y mejores servicios a los socios miembros". Patromonio público En las negociaciones también participa la Generalitat de Catalunya, que asume parte del alquiler de la Bolsa y que tampoco está satisfecha con dichos costes. De hecho, Joan Hortalà y el responsable del departamento de Economía, Artur Mas, han intentado que la Generalitat adquiera el edificio para reducir el alquiler y convertirlo en patrimonio público. Pero el actual propietario del número 19 del paseo de Gràcia, la entidad aseguradora Agrupació Mútua no quiere ni oír hablar de venta del inmueble. La Agrupació Mútua adquirió el edificio que actualmente tiene a Bolsa de Barcelona como principal inquilino en 1994, en medio de lo peor de la crisis inmobiliaria. Pagó entonces 4.600 millones de pesetas. La Agrupació Mútua se aseguró una rentabilidad muy alta, por encima del 7% que ahora sería imposible de encontrar en el mercado. Uno de los factores que hicieron que entonces Bolsa de Barcelona aceptase pagar unos 20 millones de pesetas anuales de alquiler fueron los bajos donde se alberga el parqué electrónico y que están situados en una de las mejores zonas comerciales de Barcelona, donde en propiedad se ha llegado a pagar hasta un millón de pesetas por metro cuadrado. Hace unos meses se realizó un peritaje del edificio de la Bolsa para revisar el precio del alquiler y ponerlo en consonancia con el de mercado. De manera que ahora la Bolsa está pagando alrededor de 15 millones al año de alquiler, con lo que ha mostrado un gesto de buena voluntad hacia el propietario. Pero a los responsable de Bolsa de Barcelona todavía les parece caro. Problemas técnicos Sin embargo, el traslado al Banco de España cuenta con serios problemas técnicos, que hacen que también se estén mirando otras alternativas. La primera eventualidad se centraría en buscar un acomodo al complejo informático de Bolsa de Barcelona en un inmueble que cuenta con una cámara acorazada donde el Banco de España guarda miles de millones de pesetas y que es precisamente la única parte del edificio, que en principio, el banco emisor no piensa abandonar. Además, hay que tener en cuenta que el edificio de la plaza de Catalunya necesita urgentes reestructuraciones, lo que justifica la presencia de la Generalitat en estos contactos. El papel de la Administración catalana sería facilitar, por un lado, la financiación de las obras, de manera que el nuevo edificio se adecuase a las necesidades de la Bolsa; y, por otro, negociar algún tipo de alquiler "político" con el Banco de España. La ventaja es que la plaza de Catalunya está floreciendo en este momento como zona de oficinas de negocio y prestigio y como prolongación natural del paseo de Gràcia. La razón radica, por una lado, en la salida al mercado de los 12.000 metros cuadrados de oficinas del Triángulo de Oro y, por otro, en la falta de buenos edificios para esos usos en la ciudad de Barcelona.

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