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El caos se apodera de nuevo de Albania

El fantasma del caos que en la primavera de 1997 hizo tambalearse a Albania ha regresado. La capital, Tirana, vivió ayer una nueva jornada de confusión y sangre, con un primer ministro, Fatos Nano, escondido, y un líder de la oposición, Sali Berisha, que se hizo fuerte en la sede de la televisión. Al caer la noche, las fuerzas de seguridad patrullaban a enorme velocidad por las calles desiertas de Tirana, intentando exhibir una dudosa autoridad en medio de los enfrentamientos. El Gobierno aseguró que ha recuperado el control del Parlamento, del Gobierno y de la televisón. Tres personas murieron.

A última hora de ayer, el Gobierno socialista albanés emitió un ultimátum contra el ex presidente Sali Berisha (de derechas, en el poder desde 1992 hasta 1997), amenazándole con la detención si no abandonaba el país antes de las 4 de la madrugada de hoy.Una advertencia poco seria, ya que el propio Fatos Nano está escondido en lugar desconocido después de que las fuerzas de Berisha quemaran incluso la mesa de su despacho durante su asalto al Gobierno, el domingo.

"En ningún caso abandonaré Albania", declaró Berisha después de escuchar el ultimátum.

El origen de los enfrentamientos está en el asesinato, el pasado sábado, de un colaborador de Berisha. Mientras sus seguidores portaban ayer el ataúd con los restos de Azem Hajdari rumbo a su funeral, decidieron pasar antes por la sede gubernamentel para acentuar su protesta del domingo, cuando el Gobierno se vio obligado a salir por la puerta trasera ante la violenta multitud que le atacaba.

"¡Venganza, venganza!", clamaba enfurecida la oposición de derechas. "¡Ahora o nunca, muerte al comunismo!" Durante su marcha hacia el Gobierno, los manifestantes llegaron a apoderarse de varios tanques de la Guardia Republicana, unidad especial del Ministerio de Defensa, y colocaron durante unos minutos el ataúd encima de uno de los tanques. "Los asesinos de Hajdari son bien conocidos y tienen un nombre oscuro, el de Fatos Nano", declaró Berisha.

Una vez en el Gobierno, los manifestantes pudieron entrar sin resistencia en algunas dependencia, así como en el Parlamento. Sólo desde la sede del Ministerio del Interior salieron disparos contra los atacantes.

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Después, los hombres derribados durante la rebelión nacida en la primavera de 1997 tras el fraude masivo de las inversiones piramidales, en las que gran parte de la población perdió su escasa fortuna, acudieron a la televisión. Desde allí, Sali Berisha se dirigió al país. Fatos Nano seguía en "lugar seguro", según el Gobierno, y suspendía su viaje previsto ayer a Italia. "Apelo a los albaneses en estos momentos extremadamente difíciles a contenerse y confiar en la solución política de la crisis", declaró Berisha por televisión, tomada también sin resistencia alguna.

Los manifestantes llegaron a disparar al aire para celebrar una supuesta dimisión de Fatos Nano, difundida a través de rumores nunca confirmados, y que éste desmintió rápidamente. Después de la visita de Berisha a la televisión, ésta pasó el día retransmitiendo mensajes de cuando era presidente del país.

Hasta que cayó la noche. Entonces, el Ministerio del Interior dio orden de defender "con la propia sangre" a las instituciones, y las fuerzas de seguridad lanzaron una operación para recuperar los edificios tomados. Al menos tres personas murieron y 14 resultaron heridas durante los enfrentamientos, según informó France Presse citando a fuentes del ministerio.

"No ha habido resistencia, la policía controla a partir de ahora los estudios de televisión", declaró Artan Bizhga, portavoz de Interior. "La televisión está bajo control y pronto reiniciaremos la difusión de nuestras emisiones". "Cuando los partidarios de Berisha vieron a la policía, huyeron como ratas. Hemos retomado el control del Gobierno, el Parlamento y la televisión del Estado". El presidente de Albania, Rexhep Meidani, acusó a Berisha de un intento de golpe de Estado, que condenó.

El secretario general de la OTAN, Javier Solana, declaró ayer su preocupación por lo que sucede en Albania y solicitó a las partes "la mayor contención" y que establezcan "las condiciones para el regreso a una situación pacífica y estable".

La misma preocupación expresaron Grecia, Italia y Alemania, países muy afectados por todo lo que ocurre en los Balcanes. La línea aérea Alitalia suspendió los vuelos a Tirana. EEUU adelantó que no reconocerá a un gobierno que salga de este golpe de violencia: "Todas las partes deben trabajar juntas para encontrar una solución pacífica".

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