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Yeltsin destituye a su Gobierno para atajar el caos económico ruso

En plena crisis económica y con Rusia al borde de la bancarrota, el presidente ruso sorprendió ayer al país al anunciar la destitución fulminante de su joven primer ministro, Serguéi Kiriyenko, cinco meses después de su designación y nombrar como nuevo jefe del Gobierno a Víktor Chernomirdin. Este relevo no causó menos asombro pues Yeltsin había despedido el pasado mes de marzo de forma humillante y sin explicaciones coherentes a Chernomirdin. La gran incógnita es ahora si las medidas de emergencia económica dictadas por Kiriyenko las seguirá aplicando su sucesor.

La sorpresa fue mayúscula porque el propio Yeltsin había rechazado la dimisión de Kiriyenko presentada después de que le explicase al presidente la impopularidad de las drásticas medidas de choque necesarias para salvar al país de la bancarrota. Además las recetas de emergencia estaban aún por completar y parecía lógico que Kiriyenko siguiera en su cargo para afrontar el efecto político negativo de sus medidas anti crisis. Los observadores consideran que era demasiado pronto para que el joven primer ministro se convirtiera en cabeza de turco. Chernomirdin, que en las últimas semanas trabajaba entre bastidores para recuperar el protagonismo en las escena política, tendrá que recibir ahora el visto bueno de la Duma, el Parlamento ruso. Y ya está buscando los apoyos necesarios para evitarse el calvario que sufrió Kiriyenko que necesitó un largo mes para quebrar la resistencia de la Duma. Chernomirdin ha prometido formar un Gobierno de coalición, para lo que ha pedido plena autonomía, pero está en el aire si asumirá las impopulares medidas contra la crisis puestas en marcha por su predecesor y que a juicio de los analistas son necesarias.

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