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Savio, el extremo resucitado

El delantero brasileño deja atrás un año aciago para convertirse en el jugador más espectaular del Madrid en la temporada

Diego Torres

Savio Bortolini Pimentel, o de cómo la presión se hace inútil. La presión: un mecanismo colectivo para quitarle el balón al contrario a base de asfixia por reducción del campo, elucubrado por Arrigo Sacchi, por ejemplo, que desde el banquillo del Atlético de Madrid contempló el viernes cómo ni Aguilera ni Njegus podían frenar a ese zurdo liviano y pálido que juega de extremo, descongestiona el campo por la línea izquierda, y recorre como un diablo 50 metros en poco más de seis segundos, regateando de mil formas. Lo llaman Savio y es jugador del Madrid, aunque su carácter le haga pasar desapercibido en medio del furor publicitario que acompaña a las estrellas del equipo. Savio, de 24 años, se ha convertido en la figura del Madrid de los últimos días. Elegido mejor jugador del trofeo Teresa Herrera tras dos goles y dos partidos impresionantes. ¿Dónde estuvo todo este tiempo? "Llegué en un mal momento", resume. Fueron ocho meses de peripecias desde que lo fichó el presidente Lorenzo Sanz. Una lesión muscular, otra de tobillo, tres meses de inactividad en la temporada pasada, y más frío que el que pudo soportar en el invierno europeo son la respuesta a su opacidad. Lejos de Río de Janeiro, del Flamengo -llevaba el 10 en la espalda y Zico lo veía como a su heredero- a Savio le costó adaptarse a un equipo que comenzaba a perder la Liga y el buen juego. El entrenador, Jupp Heynckes, no le dio la titularidad a pesar de que cada vez que contaba con minutos el brasileño los hacía memorables.

"Jugué poco, y no quiero criticar a Heynckes porque es un gran técnico", comentaba ayer con su voz lánguida, "pero ahora estoy bien en la parte física y técnica, me noto mejor en cada entrenamiento; hacer la pretemporada me ha venido muy bien". El preparador físico, Jorge Simó, lo está erjercitando para poder esprintar cada dos o tres minutos. Y aunque su masa muscular no es gran cosa y pesa poco, comenta Simó que "eso lo ayuda a ganar rapidez y controlar más su cuerpo en los uno contra uno". El jugador también agradece su nuevo cometido táctico: "Con Heynckes jugaba demasiado atrás y ahora tengo más libertad, aunque también hay que cerrar el mediocampo ". Y recalca: "Antes estaba más solo, notaba que en algunos momentos del partido nadie me seguía. Ahora Roberto me acompaña más, y Suker también".

Si en Brasil la torcida del Flamengo lo idolatraba, en Madrid pasa casi desapercibido. No es de los jugadores más aclamados, le falta carisma y su perfil siempre es bajo. Es, simplemente, un futbolista de talento carioca que quiere ganarse un puesto en el Madrid. Sin más aspavientos que su juego, ajeno a las poses de divo. Romario -que jugó con él en el Flamengo- advirtió que es un jugador de sangre tibia que desaparece en los partidos comprometidos. Lo seguro es que vivió una temporada en la oscuridad, y hoy imprime espectacularidad a todo su equipo. Es un descubrimiento. O la resurrección.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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