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La "batalla del agua" acaba en paz

Unos 200 vallecanos burlan el veto municipal y se remojan en el parque Azorín con cubos y pulverizadores

No hubo agua en el bulevar de Vallecas, pero tampoco llegó la sangre al río. La batalla del agua de Vallecas se desarrolló ayer sin incidentes, aunque no en su emplazamiento tradicional. Cuando los participantes comprobaron que en el bulevar de la calle de Peña Gorbea estaban cortadas todas las bocas de riego, se fueron a lanzarse agua al parque Azorín, a unos mil metros del lugar de la convocatoria original.Antes de las cinco de la tarde nadie sabía lo que iba a pasar con la batalla. Los organizadores, 36 asociaciones de todo tipo (desde movimientos vecinales hasta Madres contra la Droga, parados y colectivos cercanos a los okupas), tuvieron que desconvocar el sábado por la noche la concentración, prevista para ayer a las 17.00, al saber que la Delegación del Gobierno les negaba el permiso para ella.

Era el último capítulo de la tortuosa negociación que ha venido desarrollándose este año para celebrar un acto como la batalla del agua, que, desde inicios de los años ochenta, reúne a vecinos del Puente de Vallecas durante las fiestas del distrito para empaparse unos a otros y desafiar los rigores de la canícula en el barrio.

La concejal del distrito, Eva Durán, del PP, había prohibido el jueves el remojón. Sostenía que, en los últimos años, la batalla naval vallecana había perdido su carácter de jolgorio para convertirse en causa de disturbios violentos. Incluso llegó a hablar de "apología del terrorismo". En 1996, los altercados callejeros que sucedieron a la batalla del agua tuvieron como consecuencia tres heridos y seis detenidos, además de numerosos daños materiales. Con estos antecedentes, la Delegación del Gobierno también denegó el viernes la autorización para la concentración, alegando que los organizadores pidieron el permiso para ella fuera del plazo legal.

Así, ante el temor de que pudieran producirse enfrentamientos, los diversos colectivos que convocaban la acción decidieron no desafiar las dos prohibiciones. Los portavoces leyeron ayer un comunicado en el que calificaban la batalla del agua como un acto lúdico y reivindicativo. También exigieron su inclusión en la próxima edición de las fiestas del barrio, y calificaron de "fascista" la política del PP y su concejal.

Pero, según se iba acercando la hora del comienzo de la batalla, decenas de vecinos se congregaban en el bulevar provistos de cubos, pulverizadores, pistolas de agua y hasta botes de champú. "¡Agua, agua, queremos agua!", gritaban, mientras golpeaban como si fueran tambores los cubos y recipientes que llevaban. No tenían suficiente con el agua que habían bajado de sus casas. Pronto se la habían arrojado entre ellos y a los que pasaban por allí. La primera víctima fue Gema Sanz, la responsable de los servicios culturales de la Junta Municipal de Puente de Vallecas. Recibió íntegro el contenido de un cubo de agua lanzado a poca distancia por uno de los participantes.

Entonces alguien gritó: "¡Al Azorín!", y todos, unas doscientas personas, se dirigieron en procesión hacia ese parque. En el camino fueron regados por francotiradores desde las ventanas de las calles que atravesaban. Y dos bocas de riego al paso calmaron el ansia de los manifestantes.

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Cuando llegaron al parque ya chorreaban todos los participantes. Se les había unido un barco de cartón tripulado por miembros de La Lavandería, una de las asociaciones convocantes. Finalmente, invadieron el estanque del parque de Azorín y mojaron a los pocos afortunados que habían conservado la ropa seca.

A distancia, desde el principio, la policía controlaba lo que sucedía. Pero los agentes no intervinieron en ningún momento. Esta vez la policía no se mojó.

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