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El PP capitaliza el acto de homenaje a Lizondo en ausencia de todos los dirigentes de UV

El Partido Popular se arrogó ayer el relevo de la memoria de Vicente González Lizondo, padre del regionalismo valenciano, fallecido en diciembre de 1995 cuando ostentaba la presidencia de las Cortes pero ya había sido expulsado del partido que fundó. Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat, cenó arropado por la viuda y la hija del finado. Acudieron tres miembros de su Consell, una nutrida representación del grupo parlamentario popular y buen número de altos cargos, cuya presencia contrastaba con la total ausencia de representantes de Unión Valenciana.

Un inmenso pabellón de la Feria Muestrario Internacional dispuesto para acoger a 5.000 comensales permitió acomodar con holgura y cierta frialdad a las 4.000 personas que acudieron a la cita. Apenas una docena de autobuses descansaban huérfanos en el aparcamiento rodeados de cientos de coches de gran cilindrada. La organización corrió a cargo del equipo habitual del Partido Popular. Jesús Sánchez Carrascosa, ex director de campaña de Eduardo Zaplana y ex director de Canal 9, ocupó su lugar habitual junto al escenario y detrás de las pantallas gigantes. Su esposa, María Consuelo Reyna, permanecía sentada junto la hija de Lizondo, en la mesa presidencial, frente a Rita Barberá. Los miembros de Iniciativa de Progreso de la Comunidad Valenciana (IPCV), la escisión de Unión Valenciana que reclama para sí la verdadera herencia de Lizondo, se mostraban exultantes en un acto que tenía tanto de frío homenaje como de reivindicación de un espacio político. La ausencia de Héctor Villalba, el hombre al que Lizondo designó en vida como su heredero y que fue aclamado por los regionalistas -en vida del patriarca- con el 95% de los votos de la asamblea nacional de UV, no fue sino la más significada de la actual militancia de la formación regionalista. La cena homenaje se convirtió en un auténtico rito de bautismo del pacto no escrito entre los populares y IPCV para arañar votos a la incómoda formación regionalista, que ejerce como bisagra en las Cortes y sostiene a Zaplana en la presidencia de la Generalitat. Un montaje de imágenes, vestido con canciones de Nino Bravo, Francisco, Concha Piquer y los inevitables himnos falleros, recordó imágenes de la vida de Lizondo. El número de actuaciones previsto por la organización aburrió a muchos de los presentes que abandonaron el recinto ferial mucho antes de que arrancaran los parlamentos. Barberá, que accedió a la alcaldía de Valencia en 1991 gracias a un pacto con Lizondo, destacó el profundo amor del padre del regionalismo por la ciudad de Valencia y la poderosa presencia de "un político brillante, un hombre de arrolladora vitalidad". Zaplana, en valenciano, extrajo de sus vivencias junto al hombre que le apoyó en su acceso a la Generalitat una frase de concordia: "El carácter del pueblo valenciano no es partidario del enfrentamiento, sino del acercamiento de posiciones lógicas y racionales para alcanzar un bien y un objetivo común".

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