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Aldaya afirma que por puro "nerviosismo" llegó a pedir a sus secuestradores de ETA que le matasen

Soledad Alcaide

El empresario José María Aldaya explicó ayer, ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga a Alfonso Castro Sarriegui como cooperador en su secuestro a manos de ETA, que por nerviosismo llegó a pedir a sus captores que le matasen. También se quejó de que el Ministerio del Interior no le hubiera avisado de que era uno de los posibles objetivos de los terroristas, según un documento incautado a la banda.Una información publicada en el diario Abc meses antes de su secuestro, y que ni siquiera llegó a preocuparle, fue la única noticia que tuvo Aldaya, que permaneció secuestrado entre mayo de 1995 y abril de 1996, de que "estaba en una lista de posibles secuestrados". El fiscal pide para Castro 17 años de cárcel y 350 millones como indemnización.

Esta misma falta de protección se señalaba como uno de los factores propicios para considerar a Aldaya un objetivo fácil, según el informe incautado en 1991 al comando Ipar Haizea y que sirvió de base a la Fiscalía para procesar a Sarriegui. A éste se le considera su autor gracias a haber trabajado un mes en la empresa de Aldaya. Éste que dijo no recordar a Sarriegui como empleado, dijo que, en cualquier caso, era "un animal" si elaboró un informe para ETA en el que aseguraba que la empresa tenía 1.200 trabajadores y un alto volumen de ganancias

Sarriegui escribió: "Se le puede pillar con tranquilidad en la empresa hacia las ocho de la noche o vigilar su coche, que es un Saab Turbo, y cuando vaya para casa pillarle". Una información que, según el fiscal, "es un idéntico relato" al secuestro en sí.

Aldaya hizo ayer sus primeras declaraciones públicas acerca de cómo vivió su cautividad. Vivió en un zulo de 3,5 metros de largo por uno de ancho y 1,80 de alto donde sólo disponía de una luz pequeña, hacía calor y apenas cabían una mesa, una silla, un colchón y una caja de plástico para sus necesidades y que se cambiaba cada dos días. Los enseres básicos -pasta de dientes, jabón, espuma de afeitar...- le llegaban sin envases para que no detectara su procedencia. Contar sus 340 comidas le sirvió para no perder la noción del tiempo, aunque sospechó "si no estarían reduciendo en cinco minutos el tiempo entre una y otra" para confundirlo.

Aldaya explicó también cómo temió por su vida, sobre todo cuando sus secuestradores le decían que "hacían esfuerzos" para no matarlo y cómo llegó a espetarles "matadme, no tenéis cojones", de puro "nerviosismo". Antes de su liberación, anunciada siete veces, le amenazaron: "Me dijeron que, si contaba películas sobre lo sucedido, me matarían y que podrían hacerlo extensible a otros miembros de mi familia".

Junto a Aldaya declararon Iñaki Altuna y Fernando Audela, portavoces durante el secuestro, que dijeron desconocer cómo se había pagado el rescate, e incluso si éste se había hecho efectivo, y negaron haber tenido contacto alguno con ETA y HB. Audela dijo además que fue un secuestro político.

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Por otra parte, el ex dirigente de ETA Ignacio Aracama Mendía, Macario, fue condenado ayer por la Audiencia Nacional a 30 años por el asesinato del policía nacional Antonio Recio Claver en 1979. Es la primera condena contra Macario, uno de los participantes en las conversaciones de Argel, expulsado de la República Dominicana en agosto de 1997.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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