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DE CUERPO ENTERO: ASUNCIÓN VALDÉS

Travesía de Europa a la Zarzuela

La mitología clásica tiene enchiquerado un dios con indumentaria de toro para camelarse a Europa; la fauna urbana y los poetas de la desidencia se la camelan con criaturas mansas e indolentes que consumen gallofa enlatada; y algunos transeúntes contumaces, echándole audacia, ingenio y calcetín. Asunción Valdés se la cameló, en el vuelo de una beca, de Alicante a Brujas. Asunción Valdés dejó en Alicante un rastro de oficio esmerado y riguroso, en las páginas de Información y La Verdad; una aleluya de la memoria anillada a la agenda de la amistad; un barrio de episodios, de geranios y de ofrendas salobres del Mediterráneo; y un gatito encamado de azulejería y reclamos de jarabe, en el frontispicio de la botica familiar. Asunción Valdés descubrió en Brujas el Relicario de Santa Ursula, con las ojivas de Hans Memling; los encajes flamencos de hilo, de plata y oro; los contornos de una xilografía medieval, con los canales que conducen sus aplomadas aguas al mar del Norte; y un Colegio de élite, donde se diplomó en altos estudios europeos. De niña y de adolescente dio sus lecciones de nota en las Teresianas, sin excluirse de pandas y guateques, con la misma aplicación y exigencia que hizo sus estudios de Periodismo y la licenciatura en Ciencias Políticas. Asunción Valdés trabajó de redactora en su ciudad natal, hasta que, en 1973, cuando tenía 23 años, se ganó la beca que había de incorporarla al Colegio de Europa de Brujas. Y de Brujas a Bruselas, donde aventajó su vocación, bien pertrechada de idiomas, de responsabilidad y de confianza en el método. Método hasta en las perolas y fogones: el cartesianismo desalojó a la mística, en los guisos. "Mis amigas dicen que practico una cocina científica. En esta materia, como en otras muchas, confío en el método". Y el aerobic, en días alternos, y su plaza en Radio Exterior de España, a su regreso a Madrid, hasta que, en febrero de 1976, se enroló en la sección económica de un nuevo diario: El País. Y un año después, su militante europeísmo la trasladó a la corresponsalía de Radio Nacional de España, en Bonn, donde se ventilaban los milagros económicos y el auditorio de la Beethovenhalle era la íntima y fulgurante sintonía de sus crónicas. Un quinquenio y la evocación de su ciudad de provincias emergía azul, en la orilla melancólica e industrial del Rin. Volvió a Bruselas y un día informó a un grupo de periodistas amigos, estaban Vicent Ventura y José María Perea, del ofrecimiento de la dirección del Telediario, primera edición, de TVE. De aquel cargo dimitiría "por una entrevista a unos jóvenes acusados de asesinato, cuya presunción de inocencia fue violada". Desempeñó la jefatura de redacción de los Servicios Informativos de la casa, hasta que, en el 86, opositó a la Oficina de Información del Parlamento Europeo, en Madrid. Asunción Valdés vivió la gloria de un veredicto que le confería el rango de jefa de aquella Oficina, entre Madrid y Estrasburgo. En aquella Oficina, Asunción Valdés se enfrentó a los ultraderechistas Blas Piñar y Jean Marie Le Pen, y les impidió la entrada, para hacer campaña elctoral. Era en 1987. En enero de 1993, recibió el nombramiento de directora de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa Real. Despacha los asuntos de su competencia con profesionalidad, con rigor y con diligencia. Accesible siempre a sus compañeros, sabe capear con suspicacia cuanto se refiere a supuestos romances, antes de las infantas, ahora del príncipe: "La Casa Real nunca confirma ni desmiente rumores". Discretamente elegante, diseños de la también alicantina Teresa Palacio y en ocasiones algún modelo de Versace, sabe estar y no estar, en el colmo de una exquisita prudencia. Cuando puede, Asunción Valdés viaja a su ciudad, a Alicante, y vuelve a ser Chonín, para su familia y sus amigos Pirula Arderius, Luis de Castro, el ex alcalde José Luis Lassaletta y tantos y tantos. De retorno, en el aeropuerto de El Altet lleva el equipaje de mano y una bolsa de Loewe. En la bolsa de Loewe, una garrafita de cinco litros de aceite puro de oliva, cosecha de la madre. Y hasta es posible que, aliñando la ensalada, se le esfume fugazmente el método. Venial.

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