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FALLAS DE VALENCIA

Mucho mimo

Les soltaron un ganado demasiado chico. Los organizadores de este festejo inaugural de la feria fallera trataron con excesivo mimo a los alumnos de la escuela de tauromaquia. Craso error. No se sugiere la barbaridad de que a estos inocentes principiantes les echen a los leones, pero tampoco resulta juicioso montar su presentación en plaza principal con tantas facilidades que cuanto alcancen a desarrollar carezca de mérito.

Con ese ganadito chico, débil e insustancial, los tres se hablaban de tú. Los tres desplegaron un bien aprendido repertorio, los tres pegaban los derechazos como quien lava, los tres merecían un 10. Y, al acabar, los tres habían pasado prácticamente al olvido.

Domínguez / Mejorano, Barragán, Navarro

Novillos (sin caballos) de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas, tres de escasa presencia, tres abecerrados, muy flojos, pastueños. El Mejorano, de Valencia: pinchazo pescuecero, media atravesada en la paletilla, pinchazo en el mismo sitio, -aviso-, pinchazo, estocada corta enhebrada y descabello (silencio); bajonazo (vuelta). Abraham Barragán, de Albacete: pinchazo perdiendo la muleta, pinchazo -aviso- y estocada perdiendo la muleta (vuelta); estocada -aviso- y descabello (vuelta). Sergio Navarro, de Valencia: pinchazo y estocada (oreja); estocada ladeada y dos descabellos (vuelta). Los tres de las escuelas taurinas.Plaza de Valencia, 11 de marzo. 1ª corrida de feria. Menos de media entrada.

Los mimos traen estas consecuencias. A los tres alumnos aventajados de las escuelas de tauromaquia se les advirtieron condiciones artísticas estupendas para desenvolverse con éxito en el escalafón de novilleros y, sin embargo, ahora mismo es imposible predecir si se atreverán con ganado de mayor fuste.

Porque el de María Luisa Dominguez, sobre menudito y dulzón, apenas se tenía en pie. Transcurría la faena de muleta cuando, de repente, iba el pobre novillo y se pegaba una costalada. Hubo tres, los corridos en primero, segundo y sexto lugar -uno para cada alumno; los mimos, equitativos-, que daban risa. De ese estilo salían los animalitos en aquellas antiguas becerradas de Radio Madrid, o en las de los Zapateros -ambas de estimable tradición-, y se atrevían a ceñirlos naturales los locutores, los maestros remendones y hasta destacados futbolistas.

A los alumnos aventajados de las escuelas de tauromaquia que se presentan en plaza principal es lógico echarles erales agresivos, no becerros escachifollados; el gusto artístico que puedan desarrollar con la escachifollada grey es menos importante que la técnica y la valentía, imprescindibles para resolver los problemas del eral encastado y fuertecito.

De manera que la presentación se limitó al gusto artístico y quedó patente que, los tres, el derechazo a la moderna usanza, lo dan divino. Y aún más, si cabe. El Mejorano, que había parecido torpón en su faena al primer becerro -muy entorpecida por el viento-, de repente en el cuarto cuajó tres hermosísimas tandas de redondos pletóricas de ajuste, templanza y armonía. Abraham Barragán, que también se esmeró en los derechazos, destacó al correr la mano por naturales con ligazón y elegancia. Sergio Navarro, al abrigo de un alegre grupo de partidarios que le ovacionaban todo y coreaban su nombre, se mostró variado en todas las intervenciones, excelente capotero, muletero conocedor del oficio, y suya fue la estocada de la tarde, cobrada en el tercero con decisión y acierto.

Esa estocada de Navarro -y esos redondos de El Mejorano, y esos naturales de Barragán- se llegan a producir con erales enteros y verdaderos, y estaríamos hablando ahora de auténticas promesas del toreo. Pero fue con la becerrada de Radio Madrid y nos hizo caer en la cuenta de que aquel futbolista llamado Mateos, sin profesores que lo mimaran ni nada, hacía allí lo mismo, y luego se iba a entrenar, tan serrano.

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