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Crítica:WOMAD 97
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El templo de Van Morrison

Van Morrison subió con prisas al escenario del WOMAD canario y desapareció como una exhalación pero los 80 minutos que duró su actuación permanecerán en la memoria de cuantos asistieron el sábado a la segunda velada de este festival de música étnica. Morrison, cuerpo pequeño y voz de gigante, salió a la arena vestido con traje y sombrero blancos, a juego con su pálida piel y ocultando los ojos tras unas gafas de sol negras para entonar la canción Deys like this cuyo verso inicial podría sonar a lema turístico y que dice: "Cuando no esté siempre lloviendo habrá días como éstos".A partir de esta canción tal vez programática el cantante fue hilvanando un repertorio basado sobre todo en el material de sus últimos discos aunque no faltaron grandes clásicos como Cleaning windons, Vanlose stairway o Summertime in England. Estuvo arropado por un grupo de ocho músicos en el que brilló el saxo del veterano Richie Buckley y en el que Robin Aspland hizo lo posible para suplir la ausencia del teclista Georgie Fame que esa noche tocaba en Granada.

Los músicos aunaban esfuerzos con el único fin de crear las condiciones para que su sensible jefe encontrara el duende que encanta a su obra. Sobraron algunos coros del un tanto amanerado corista Brian Kennedy que además ejerció de animador haciendo que el maestro recibiera los aplausos cuando los necesitaba. Morrison, que cantará en enero con Bob Dylan durante cinco noches en Nueva York, no necesitó el apoyo del Papa para convertir la playa del Inglés en un templo, sobre todo con When God shines his light on me, una alabanza a Jesucristo que grabó junto al beato Cliff Richard pero que gusta también a los ateos.

El mito cantó las últimas notas de See me through ya huido del escenario, al que no volvió pese a los frenéticos aplausos que no consiguieron arrancarlo un bis. Según la organización, 80.000 espectadores se consolaron con un extraordinario concierto de la cubana Lucrecia, muy popular en las islas y que para muchos fue la auténtica estrella de una noche en la que sobraron grupos de calidad.

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