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De héroe a incomprendido

Àngels Piñol

Fue recibido como un héroe a finales de julio -100.000 personas le vitorearon en el Camp Nou en la presentación del equipo- y en menos de 100 días Louis van Gaal, el técnico del Barça, ya ha estado a un tris de ser tildaldo de villano por algunas de esas mismas gargantas tras sustituir a Iván de la Peña. El hombre más deseado, el único a quien se considera capaz de volcar la memoria del Dream Team sobre el césped, tiene a medio Camp Nou sumido en el desconcierto. La paciencia no es precisamente una virtud de la afición azulgrana, y aún no comprende un sistema tan arriesgado como atractivo, tan valiente a veces como otras suicida. Con jugadores considerados clave que pasan al banquillo o a la grada (Nadal) o casi descartados (Abelardo y Couto) que se erigen en salvadores de un partido. De apostarlo todo por el criterio holandés a acabar jugando casi con el esquema conservador de Robson ante el Tenerife. Difícil de digerir.Un panorama aún más complicado cuando el Barça, en la Liga, va viento en popa. Su currículo es impecable: cinco victorias en cinco partidos, 15 goles a favor y sólo 4 en contra. Pero muchos se temen que este brillante inicio de curso sea obra sólo de un espejismo: el Barça va a la deriva en la Liga de Campeones y sufre infinidad de problemas ante equipos solventes. Nadie olvida que el Madrid ganó la Supercopa (5-3), ni la derrota ante el Newcastle (3-2), ni el tropiezo ante el PSV (2-2). Brusco para lo bueno y para lo malo, Van Gaal es capaz de leer en voz alta el pensamiento de la afición: que su proyecto es aún tierno y que es lógico que se encalle con equipos mejores. Como el Madrid, por ejemplo.

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Elegido para que sea la reencarnación de Cruyff sin Cruyff, Van Gaal está labrando unos inicios próximos a los de su compatriota. Apuesta por un fútbol total, con presión al hombre aun a riesgo de dejar medio campo vacío ante el portero. Eso le comporta una media de goles envidiable -tres por partido- y un espectáculo vibrante. Pero también una vulnerabilidad en defensa no apta para cardiacos. El Barça no sabe de medias tintas: Robson edificaba almenas y Van Gaal puede jugar sin defensas. La vuelta del calcetín. El desconcierto en las gradas.

Pero este hombre dice saber adónde va y qué quiere. Tiene dos cosas a su favor: el silencio cómplice del presidente, Josep Lluís Núñez, que le ha dado tiempo, y su éxito en el Ajax. La directiva ya no habla: antes salía cada día para criticar a Cruyff y después para defender a Robson. Con Van Gaal es distinto: impone su ley y recuerda que no hay entrenador en el mundo que en menos tiempo haya ganado tanto como él (lo ganó todo en el Ajax). El Camp Nou castigó su arrogancia con una pañolada 24 horas después.

Empezó el curso con los veteranos (Stoichkov, Abelardo, Couto) para: conseguir el pasaporte para Europa y ha acabado dando el testigo a los canteranos, como Celades e lván de la Peña, que apenas jugaban. Rivaldo, su gran estrella, fue fichado a contrarreloj en una operación marca de la casa. Van Gaal dice que supo con 15 días de antelación que llegaba al Camp Nou como entrenador y no como director del Fútbol base, del que se encarga Serra Ferrer. Cuesta asumirlo. Ni Dugarry ni Reiziger fueron avalados por Robson (ahora director de fichajes). Y Anderson, el sustituto de Ronaldo, lesiones al margen, no ha convencido aún. La inversión de 9.000 millones no han dejado una plantilla. a su gusto: reclama más fichajes porque dice que hay jugadores que no asimilarán su sistema, que sufre inflación de centrales y que Sergi es un lateral "enano". Davis y Bogarde, dos ex Ajax que fracasan en el Milan, pueden llegar en diciembre. Todo es aún muy prematuro. La afición ha dado el primer aviso. Falta por saber si Núñez acatará sin rechistar las inversiones pedidas y si mantendrá mucho tiempo el silencio.

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