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Los madrileños estrenan la plaza

Miles de madrileños visitaron ayer la obra emblemática del alcalde

Vicente G. Olaya

La nueva plaza de Oriente (5.100 millones invertidos en su remodelación) es un lugar de encuentro, turismo, descanso y preguntas. Tras su inauguración el viernes y su conversión en zona exclusiva de peatones, la plaza se ha convertido en un lugar perfecto para pasear y pensar. Miles de madrileños y foráneos lo descubrieron ayer. Los lugares más concurridos de ella son los bancos bajo los árboles y las obras no acabadas. Algunos escudriñaban las escaleras, aún sin terminar, de las entradas de los aparcamientos; otros intentaban separar las vallas de plástico que tapan la inacabada restauración de los jardines del Cabo Noval, y los menos se preguntaban cómo iban a entrar los coches en las bocas de los estacionamientos que dan a la fachada del Teatro Real si la plaza es exclusiva para peatones. La remodelación de la plaza ha acercado más la guardia de palacio al pueblo. Al haberse eliminado el tráfico de la calle de Bailén y unirse en un mismo conjunto el palacio y la plaza, los visitantes ya pueden hacerse fotos junto a los guardias. Ayer pasó.

El nuevo túnel se atasca por el semáforo de la calle Mayor

Muchos curiosos se apoyaban ayer en las barandillas del túnel de la calle de Bailén para ver cómo discurría el tráfico bajo la plaza. Pero el espectáculo siempre era el mismo: coches parados o circulando muy lentos en dirección a la calle Mayor. La razón del embotellamiento era sencilla. La salida del subterráneo va a parar directamente a un semáforo, el que regula el cruce de Mayor con Bailén. En este punto también se junta el tráfico de la calle de Requena.Para colmo, las decenas de autocares turísticos que aparcan en la zona (uno de los motivos que provocaron la obra) no tienen sitio donde parar. Los estacionamientos públicos, tanto para coches como para autocares, aún están cerrados. El Ayuntamiento anuncia que se abrirán en breve. Pero, mientras tanto, no hay alternativas.

El viaducto

La idea primera del consistorio para impedir el tapón circulatorio era alargar el túnel más allá de este semáforo de Mayor. Pero la cercanía del viaducto hacía imposible esta solución. La salida del subterráneo habría tenido que ser sumamente empinada.

El túnel, que cuenta con un total de cuatro carriles, divide las dos direcciones del tráfico mediante unas enormes pilastras de cemento. A causa de la estrechez de la obra, no se ha podido reservar espacio para los arcenes. Ayer ya eran visibles cristales de coche rotos sobre el asfalto.

Lo que no se puede ver, sin embargo, es la atalaya musulmana que el Ayuntamiento decidió salvar. Como está ubicada en el interior de uno de los aparcamientos, y éstos ayer estaban cerrados, su visita era imposible.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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