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Jospin anuncia que reducirá por ley la semana laboral a 35 horas desde el año 2000

El primer ministro francés, el socialista Lionel Jospin, anunció ayer, en la conferencia nacional sobre, el empleo, que "antes de que el año acabe" una ley "establecerá el objetivo" de que la semana laboral sea de 35 horas, la partir del 1 de enero del año 2000, para las empresas con más de 10 empleados". Para conseguir llevar a la práctica este objetivo, el Gobierno ofrecerá ayudas de 9.000 francos por trabajador (225.000 pesetas) "a todas las empresas que negocien con las organizaciones sindicales una reducción del tiempo de trabajo como mínimo de un 10% y, a la vez, aumenten su plantilla al menos un 6%".

En caso de que la semana laboral se reduzca a 32 horas, la ayuda puede alcanzar los 13.000 francos (325.000 pesetas) por empleado. La propuesta del Gobierno de coalición formado por socialistas, ecologistas y comunistas hay que interpretarla como un paso más en el cumplimiento de unas promesas electorales que, en su día, fueron calificadas de "voluntaristas e irrealizables". Después de haber tomado medidas para crear 350.000 puestos de trabajo semipúblicos para jóvenes, el Ejecutivo de Jospin intenta conseguir otro tanto en el sector privado.La reacción de Jean Gandois, el líder de la principal organización patronal (CNPF) fue durísima. Al salir de la reunión entre el Gobierno, los sindicatos y los empresarios destinada a negociar la jornada laboral y el reparto del trabajo declaró que "la ideología le ha ganado la batalla a la razón" y se quejó de que a los empresarios les "han tornado el pelo a lo largo de toda el día".

Según Gandois, el proyecto es una muy mala medida para el empleo porque va a crear mucho paro, es pésimo para Europa y el euro, y muy negativo para el diálogo social". Pero la patronal no se da por vencida y su presidente avisó: "Hemos perdido totalmente esta batalla, pero no la guerra. Vamos a seguir luchando".

La política dle subvenciones a la reducción del tiempo de trabajo va acompañada de otra de encarecimiento de todas las horas trabajadas por encima de las 35, que se convierten en horas extras. También se favorecerá la jubilación anticipada voluntaria de las personas que hayan empezado a trabajar desde jóvenes o que tengan más de 56 años y que hayan cotizado a la Seguridad Social 40 años.

El Estado ayudará a las empresas que acepten esa fórmula y contraten a un joven en sustitución de un jubilado con cantidades que pueden alcanzar los 40.000 francos (un millón de pesetas). La fórmula, que ya se aplicaba este año a los trabajadores de más de 58 años, ha permitido contratar a 70.000 personas de menos de 30 años en sustitución de 80.000 nuevos jubilados.

Los sindicatos acogieron con prudencia, pero positivamente, el proyecto gubernamental. La CFDT (próxima a los socialistas) habló de "progreso en la creación de empleo" y dijo "no sentirse decepcionado". Force Ouvrière, central bien implantada en el sector público, afirmó que "las principales reivindicaciones no han sido totalmente satisfechas", en referencia a su demanda de un nuevo aumento del salario mínimo. Los comunistas de la CGT advirtieron que "las negociaciones" en las empresas "van a ser difíciles" y denunciaron "el comportamiento insoportable de la patronal".

Tres aumentos -de competitividad empresarial, de salarios y de calidad de vida de los trabajadores- eran los tres objetivos, en principio irreconciliables, que todas las partes decían querer alcanzar en la conferencia nacional sobre el empleo y el tiempo de trabajo.

La fórmula del Gobierno parece asegurar dos de esos objetivos, a cambio de moderación salarial. Jospin lo resumió así: "El éxito de la reducción del tiempo de trabajo y de la creación de empleo se basará en un aumento controlado de los salarios".

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