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FERIA DEL PILAR

El Tato sube la temperatura

Esto estaba pero que muy frío. La feria del Pilar no levantaba cabeza y he aquí que ha tenido que ser el paisano, El Tato, quien en una tarde redonda hiciese subir la temperatura de esta relevante serie de corridas. Bien es verdad que al zaragozano le correspondió el mejor lote, muy noble, el tercero y sosote, pero que acabó entregado a la muleta, el sexto. A los dos los entendió muy bien, les dio las distancias, los dejó respirar,toreó sin crispaciones y con mucha hondura y mando.Al tercero, El Tato le hizo un buen quite por chicuelinas y muleteó por los dos pitones sin ahogar nunca las embestidas de un astado noble, pero que necesitaba ese tratamiento muleteril. La estocada, entrando con agallas, resultó desprendida. El sexto fue a más gracias a la muleta de El Tato, poderosa, templada y profunda. Cuando la res aminoró la velocidad en sus acometidas, el zaragozano toreó con una gran lentitud y aguantó con mucho valor. Se entregó en la suerte suprema y consiguió una gran estocada. Puerta grande y preludio triunfal para su enfrentamiento en solitario ante seis toros de Victorino Martín, el día 12, la fecha central de las fiestas pilaristas.

Pilar / Litri, Ponce, Tato

Seis toros de El Pilar, descastados y muy flojos, excepto el 3º y el 6º, nobles. 5º, devuelto por inválido y sustituido por uno de la misma ganadería, también flojo. Litri:silencio; aviso y aplausos. Enrique Ponce: ovación y silencio. El Tato: oreja y dos orejas. Salió a hombros. Plaza de Zaragoza, 9 de octubre. Sexta de feria. Lleno.

El primero fue un inválido renqueante, que no dejó de caerse durante toda la lidia y que el presidente,inexplicablemente, no mandó a los corrales. Lo de Litri fue patéticamente ridículo, al no cejar en su empeño de muletear al moribundo inválido. El cuarto, con dos puñales, flojo, andarín y con media arrancada, sólo permitió a Lítrí mostrar voluntad y también dar pases y más pases pero sin lucimiento ni vibración.

Enrique Ponce, con valor y domínio, se dedicó a sortear las dificultades de su primero, un flojo ejemplar, que acometía rebrincado y a la defensiva. Se le agradeció el esfuerzo. El sobrero fue un auténtico mulo y Ponce lo vio imposible y estuvo breve con él.

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