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VUELTA 97

La dura vida del modesto

Álvaro González de Galdeano lucha contra la enfermedad y por tener un contrato por un año

Carlos Arribas

Habla un especialista en fugas en solitario habitualmente sin éxito: "Está bien eso de escaparse. Si no te llevas la recompensa del triunfo en la etapa por lo menos luces el maillot de tu equipo por televisión un buen rato. Lo malo es cuando no ganas y cuando tampoco te lo agradece el equipo. Entonces te preguntas muchas cosas". Deportista que duda, deportista que falla. Álvaro González de Galdeano, un ciclista vitoriano de 27 años, está cansado. Termina contrato este año y contaba con la Vuelta para convencer a los dirigentes del Euskadi, su equipo, de que merecía un buen contrato. "No tendría ningún problema para irme", dice. "Pero para quedarme sólo me dan un año. Y no sé.. "El problema de Álvaro es el que sufren todos los corredores de equipos modestos españoles. La única gran carrera que corren al año es la Vuelta, el único espacio de expresión y de revalorización. Si por casualidad llegan en mal momento, no hay disculpa que valga. Desgraciadamente, Álvaro, que fue uno de los mejores aficionados de su generación, siendo un puntal del cuarteto olímpico español de los 100 kilómetros contrarreloj, ha llegado mal a la Vuelta. Más bien, muy mal. El último día de la Vuelta a Galicia, a mediados de agosto, sintió un dolor tremendo y empezó a orinar sangre. Piedras en el riñón. Pensó que lo había superado, pero la víspera de comenzar la Vuelta, de nuevo la orina ensangrentada. "Y no era simplemente manchada, era como esto", dice señalándose el guante, rojo escarlata. "Parece que ya he echado todas las piedras pero estoy vacío, tengo fatiga. La CPK [índice de cansancio], que habitualmente es de 30, la tengo en 700; las transaminasas, disparadas, como si tuviera hepatitis. Sí, he estado escapado, pero por detrás. Al menor repecho, me quedo. Además los voy acumulando, no es como cuando estás bien, que a los dos kilómetros te has recuperado". Todo un catálogo que haría las delicias de cualquier médico de clínica privada. Si fuera un trabajador de cualquier empresa, una baja médica segurada por varios días. Pero Alvaro es ciclista y se juega el futuro. No puede abandonar.

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"El que lo tiene bien es éste", dice señalando a su hermano Igor, también en el Euskadi. "Este sí que es bueno". Alvaro podría hacer como hacen muchos ciclistas con hermano, ligar su futuro al brillante. Pero en ese sentido, también ha tenido mala suerte. Javier Mínguez habría fichado para su nuevo equipo, el Vitaliacio, a Alvaro para atraer a Igor, pero chocó contra la realidad. "Nuestros contratos con el Euskadi van desparejos", dice. "Yo termino éste año y a él le queda uno más". Así que Mínguez no puede fichar ahora a Igor. Así que Álvaro tiene que seguir luchando, enfermo, para lucirse en la Vuelta de alguna forma.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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