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El Betis entra con buena estrella

El equipo de Luis Aragonés ganó en Valladolid en los últimos cinco minutos

El Betis entró en la Liga con buena estrella. El equipo de Luis Aragonés estuvo extraviado durante casi toda la hora y media de partido pero desparramó su potencial en los últimos cinco minutos. El Valladolid tuvo al alcance de la mano un trabajo fácil después de adelantarse en el marcador en una jugada de picardía, lo hizo casi todo bien, pero se desmoronó de repente, tan de repente que de dominar el partido de cabo a rabo, pasó a salir goleado. El empate, a cinco minutos del final, abrió una herida inimaginable tan sólo momentos antes. El Valladolid mandó, tuvo el ritmo, superó físicamente a su rival en cada una de las escenas del encuentro, pero no pudo soportar el último coletazo del Betis.La cosecha del equipo verdiblanco en la primera mitad no pudo ser más pobre. A un equipo tan dotado técnicamente el trabajo en cadena le sentó tan mal que el Betis sólo alcanzó el dudoso honor de atrancar el choque y meterlo en vía muerta. Luis Aragonés había embarcado a sus jugadores en una fábrica de presionar, en una esclavitud de la falta táctica y en una dependencia obsesiva del contraataque. Alfonso, eso sí, mandó un balón al larguero, y Fernando estrelló otro en el cuerpo de César, pero la jerarquía del Betis sobre el choque fue tan pasajera que al Valladolid le sobró con mantener la posesión del balón más tiempo que su rival y con un mínimo orden defensivo.

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Desconcierto final

El partido, pese a tener una arrancada muy potente, se había quedado pronto sin vías de escape gracias a la mezquindad del Betis y tuvo que ir a romperse en una jugada absurda. Mientras Luis Aragonés mostraba la imagen más fea y fabril de su equipo, Cantatore puso en cancha una fotocopia de lo que fue el Valladolid revelación: un equipo serio y bien plantado, que hace que los rivales no puedan desarrollar sus argumentos y que saca una rentabilidad máxima a sus cuotas de partido por pequeñas que sean. Ayer, echó mano de la picardía de Juan Carlos para tomar ventaja después de un error absurdo de la zaga verdiblanca.

El inicio de la segunda mitad abría un nuevo panorama. El Betis, tras su deficiente primera parte, quedaba obligado a construir, a olvidar la rigidez con la que había encarado el partido y Luis Aragonés dio entrada a Nadi y Cuéllar. Al Valladolid el nuevo rumbo que buscaba el técnico verdiblanco le pillaba desprevenido y comenzó a darse un festín a la contra. Víctor, Benjamín y Edu fabricaron con tiralíneas tres ocasiones de gol en las que el balón se fue fuera por los pelos. El blindaje en defensa del Valladolid se encargaba de todo lo demás y el Betis se atrancó tirando balones al área, con un fútbol poco elaborado y tan directo que el balón estaba más tiempo en el aire que en el suelo

El último de los componentes de su lastre se lo encontró el Betis en su escasa preparación física. Luis Aragonés acertó en su diagnóstico y su equipo evidenció que ha entrado en la competición con más de una semana de retraso, pero además el Betis tuvo una pinta tan blanda que ni siquiera cuando estaba en desventaja en el marcador supo acorralar al Valladolid. Pero los destellos de calidad que el Betis no había más que enseñado se desparramaron en cinco minutos. Oli le puso el gol en bandeja a Vidakovic, el único contraataque bien elaborado de los béticos terminó en un penalti sobre Cuéllar que transformó Alexis y Nadj remató la faena con una galopada por la banda izquierda. El Betis, a falta de fútbol, tuvo suerte.

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