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Scalfaro pide clemencia para un condenado a muerte en Estados Unidos

La indiferencia que suscita en Estados Unidos la ejecución el próximo miércoles de Joseph O'Dell contrasta con el revuelo que su caso ha levantado en Europa, y muy en especial en Italia, donde el mismísimo presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, encabeza la movilización en su favor. Scalfaro ha enviado una petición de clemencia a George Allen, gobernador de Virgina, el Estado en cuya prisión espera la muerte O'Dell.

O'Dell está acusado de violación y asesinato de una secretaria a la salida de una discoteca de Virginia Beach (Estado de Virginia, en la costa Este de Estados Unidos) en marzo de 1985. Sin embargo, desde entonces se ha declarado inocente. El Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó el pasado 19 de julio el último recurso presentado por O'Dell.Su caso suscita poco interés en Estados Unidos, y este reincidente, que ha pasado una gran parte de su vida en la cárcel, habría permanecido en el anonimato -como el resto de los otros 3.000 condenados a muerte en ese país- si el Papa, primero, y la población, el Parlamento y el Gobierno italianos, después, no se hubieran movilizado en su favor en los últimos meses.

El presidente italiano ha enviado una carta, a través de la Embajada estadounidense en Roma, al gobernador de Virginia para llamarle la atención sobre la situación de O'Dell. El Parlamento europeo pidió que su pena sea conmutada y que se practiquen las nuevas pruebas del ADN que reclama el reo con la esperanza de probar su inocencia.

También el primer ministro italiano, Romano Prodi, se unió el pasado sábado al clamor popular, en tanto que el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, recordaba que Juan Pablo II "pide clemencia por razones humanas". La ciudad de Palermo ha nombrado a O'Dell ciudadano de honor y su alcalde, Leoluca Orlando, viajó ayer a EE UU para pedir clemencia al gobernador de Virginia. El condenado, un blanco de 55 años, escribió hace unos días al Papa para pedirle que le acompañara con sus plegarias el miércoles a las nueve de la noche (las tres de la mañana del jueves en Italia), hora prevista para su ejecución.

"¿Por qué Italia? Para nosotros, es un misterio", asegura Douglas Curtis, uno de los abogados de O'Dell. El abogado sólo se explica la reacción por el carácter extraordinario del expediente de su cliente. En 1986, O'Dell se defendió sin abogado y la acusación afirmó sin más pruebas- que la sangre encontrada en sus ropas "correspondía" a la de la víctima. Recientemente, las pruebas de ADN -que en 1986 no estaban disponibles- revelaron que no era así.

El testigo que afirmó que O'Dell había reconocido el crimen se ha desdicho con posterioridad. El jurado, que desconocía su pasado criminal, le condenó a muerte por temor a que algún día quedara en libertad. Con sus antecedentes, nunca habría podido beneficiarse de una liberación anticipada si le hubieran condenado a cadena perpetua.

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