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La Vaca se moja

La experiencia y la lluvia marcan el inicio del II Doctor Music Festival

Jacinto Antón

Este año nadie se va a quejar en el Doctor Music Festival -conocido como La Vaca- por la falta de duchas. No sólo porque hay más: el cielo amenaza con riegos generales a esta zona del Pirineo leridano, y el día de ayer, el de la apertura, ya se caracterizó por repetidas lluvias y un tiempo más bien gris, asquerosillo y desapacible. La climatología, adversa, marcó pues el bautizo de esta segunda edición del festival, en la que se advierte la experiencia ganada el año pasado no sólo por la organización, sino también por el público, una parte importante del cual repite. Cerca de 10.000 personas, muchas atraídas por la actuación de Rage Against The Machine, habían llegado anoche. Se habían vendido ya casi 22.000 abonos, por lo que, según la organización, se superará el número de espectadores del año pasado, que fue de alrededor de 25.000. El parte meteorológico facilitado por el festival indica que hoy cambiará el tiempo en el Pirineo y lucirá el sol. En fin, cosas más raras se han visto.Un joven seguidor de Extremoduro lamentaba que Jordi Pujol no inaugure el festival, como había oído decir. Aseguraba que hubiera estado dispuesto a quitarse el tampax que llevaba colgando de la oreja. "Por respeto".

La jovencita del teléfono público expresó el sentir generalizado: "Ya hemos llegado. Ningún problema. Un viaje muy largo. Mal tiempo, pero al menos no hace calor". Y añadió: "Claro que me portaré bien. Ilesos. Verónica te envía recuerdos". Verónica es Verónico. Va mal afeitado, tiene los dientes largos y amarillos, está descalzo y luce una camiseta con la leyenda "Megadeath-Youthanasia". Tiembla papi.

Las puertas del recinto de acampada se abrieron ayer a las 13.00 horas y empezó el lento goteo de público. Sin apreturas y sin colas. Las abigarradas columnas invadieron ordenadamente los prados para atomizarse en una caótica policromía de tiendas y enseres. Desde el equipo minimalista -shorts y porro- hasta el modelo comodidad king size: carretilla de víveres, colchón y radiocasete tamaño Pathsinder incluidos. Cada uno planta el campamento a su manera. Un grupo de tíos ha desplegado una tienda militar digna de un remake grandilocuente de Patton. Cinco heavies que parecen no haberse lavado desde la anterior edición se amontonan en un pequeño iglú amarillo componiendo todo un canto a los espacios libres. Una chica ataviada de ceñido y corto negro que permite avizorar una vertiginosa topografía patea con saña de Jezabel su equipo de acampada. Hay que ayudarla y voluntarios no faltan, pero irrumpe entonces su compañero con una camiseta de El día de la bestia que es todo un pleonasmo. Pasan dos tipos de la organización con teléfonos portátiles, corriendo

Con cara de urgencia. Se impone seguirlos. Van a los lavabos. Qué alivio. El barracón de duchas está aún desierto. Emocionante reencuentro con las instalaciones. Cuántos recuerdos: las jovencitas duchándose, las colas con la toallita a la cintura, aquel punki que se lavaba los pies con el cepillo de dientes. Por todas partes puede oírse a gente que rememora con nostalgia emotivos momentos de la pasada edición de La Vaca. "Nos fumamos el peta ése que nos dio el tío alucinado de la Carpa Dance y soltamos toda la comida china, jua, ¿recordáis, tíos?". El tipo mueve la cabeza con melancolía, mira hacia afuera de la tienda de bocadillos y lanza un sentido esputo. Cae la lluvia. Pasado el lírico momento, apunta: "Tengo un vodka que no sabe a nada, pero pega una hostia...".

Smolensk tras los 'panzers'

Los prados se ven bien. Lo cual prueba que la capacidad regenerativa de la madre naturaleza es casi infinita. En algún punto ha brotado incluso una exuberancia vegetal con aspecto de lechuga silvestre. El suelo está blando. Hay barro. Si se desploma la lluvia en serio esto puede ser como Smolensk tras el paso de los panzers de Guderian. La gente no parece muy preparada para la eventualidad pluviosa. Mucho top, vestido vaporoso, sandalias, incluso algún valiente luce el torso al aire libre. Ya se oyen algunos estornudos.

Estampas de festival: una chica lleva un hornillo sobre el pecho. Otra unas botas de montaña colgando del cuello y balanceándose sobre su ombligo. Un grupo se ha extendido en el suelo húmedo alrededor de una olla llena de macarrones. Bajo un frutal ha instalado sus lares un grupito de veteranos no ya del festival, sino de la vida misma. Uno es igual que Bob Dylan, sombrero con pluma y chaleco incluidos. Otro, clavado a Frank Zappa. Riñen a medida que montan su canadiense. Les faltan piezas. Zappa las busca y cae por un terraplén. Maldice. Bob avanza en dirección a los gritos y como lleva gafas negras, cae también. Un grupo de adolescentes han dejado de montar su tienda y les observan. "Vaya hostia".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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