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Lo oposición acusa a Jospin de mentir sobre el cierre de Renault-Vilvoorde

El cierre de la fábrica de Renault en Vilvoorde, confirmado el pasado sábado por el Consejo de Administración del grupo automovilístico después de escuchar el informe elaborado por una experta independiente, se ha convertido en arma política contra el actual primer ministro francés, el socialista Lionel Jospin. El líder del gaullista RPR, Phillippe Séguin, ha dicho que "en menos de un mes se habrá disipado la leyenda del primer ministro que decía lo que hacía y hacía lo que decía".

El democristiano François Bayrou cree que ésta es "sólo la primera de las muchas promesas que no podrán ser respetadas". Pero las críticas no sólo proceden de la oposición. La socialista y ex-ministra Marie-Noëlle Lienemann se dice convencida de que "se puede actuar de otra manera" y proclama su "no al cierre, para dar un signo sobre la viabilidad de una Europa social".Los aliados comunistas del Gobierno francés, a través del presidente de su grupo parlamentario, no han dejado pasar tampoco la oportunidad de hacer oír su disidencia: "Es demasiado temprano para cerrar el expediente de Vilvoorde. Hay que estudiar otras posibilidades y no conformarse con la opinión de un único experto, máxime cuando coincide con la de la dirección".

El primer secretario socialista, François Hollande, ha expuesto la posición del partido. Se muestra "decepcionado" ante el cierre, pero recuerda que "tras la intervención del Gobierno el plan social ha sido sustancialmente mejorado".

La realidad es que Jospin nunca dijo que se opondría al cierre de Vilvoorde, sino tan sólo que, "en tanto que accionistas de Renault, los representantes del Estado tienen que estudiar si existen otras posibilidades que el cierre".

Hoy, tras escuchar el informe de la experta, el Gobierno se ve obligado a admitir que la lógica industrial vence a la lógica política, sobre todo en una empresa en la que el Estado posee el 46% de las acciones. Para Jospin, intervenir en contra del cierre de manera directa equivale a hipotecar la futura privatización total de Renault.

Desde Bruselas, el primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene, ha reprochado a su colega francés las "falsas esperanzas" que hizo renacer en torno a la factoría de Vilvoorde, informa Walter Oppenheimer. Dehaene, vecino de Vilvoorde, situada en la periferia flamenca de Bruselas, criticó lo que a sus ojos parece ahora un interés puramente electoralista de su homólogo francés. "Ahora hay que pelear para obtener un acuerdo social lo más satisfactorio posible", concluyó Dehaene.

Las conversaciones entre la dirección de Renault Vilvoorde y los sindicatos se abrieron ayer en la sede del Ministerio de Empleo y Trabajo belga, que hace las veces de mediador. Los sindicatos reprocharon ayer a Renault los interrogantes que aún se plantean sobre su futuro. Se preguntan por qué sólo se han de salvar 400 empleos.

Los trabajadores quieren que los despedidos de Vilvoorde hasta fin de año puedan acogerse a la jubilación anticipada a los 50 años. La dirección ha ofrecido entre 6.000 y 7.000 millones de francos belgas (de 24.000 a 29.000 millones de pesetas) para el plan social. Los sindicatos exigen el doble.

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