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Batallitas en el aire

Réplicas de históricos aviones de combate sobrevuelan Leganés en un concurso de aeromodelismo

El parque de Polvoranca, en Leganés (174.700 habitantes), sirvió ayer de escenario para una clase práctica, y a escala, de la historia de la aviación española y europea. Se disputaba el Campeonato Autonómico de Maquetas de Radio Control y más de un curioso de los que elevaron la mirada al cielo creyó vivir historias de gloria y épica, de esas que sólo se conocen por los relatos de los abuelos, los documentales de tonalidad sepia y alguna que otra superproducción de Hollywood. Por allí volaron toda la mañana 22 reproducciones casi milimétricas, desde el clásico Bucker español al caza Spitfire o el pionero alemán, aquel Taube de 1910 que pasó a la posteridad con el dudoso honor de haber sido el primer artefacto que lanzara una bomba sobre París.Al final fue un arquitecto de Alcobendas, Jorge Navarro, de 26 años, el que más encandiló a los jueces con su primorosa reproducción de un T-6, ese caza a hélice de entrenamiento militar que tantas veces hemos visto en las películas de batallitas empotrándose contra el enemigo. El modelo, copiado del existente en la Escuela de Ingenieros. Aeronáuticos, se fabricó en madera de balsa -muy ligera, a la par que resistente- forrada con más de 160 paneles de aluminio. "Es idéntico al original, que nuestras buenas 2.500 horas de trabajo nos ha costado", proclamaba con orgullo Horacio Navarro, padre y copiloto del vencedor. "Hemos reproducido a escala hasta a los pilotos, con sus correspondientes uniformes, aunque no sé si nos habrán quedado igual de guapos que los originales".

El aeromodelismo es una afición en boga en Madrid. Lo dice Francisco García-Cuevas, presidente del club Ícaro, organizador del acontecimiento, al amparo de los casi mil espectadores que presenciaron la competición de ayer. "A la vuelta de una dura jornada de trabajo, esto relaja como pocas cosas. Y no es tan caro como la gente piensa: con 40.000 pesetas pueden conseguirse el aparato de radiocontrol, un motor de explosión y un equipo de construcción", argumenta.

El propio García-Cuevas, de 47 años, fue, precisamente, el segundo clasificado de la prueba. El éxito se lo debe a su Stampe, un biplano de los años cincuenta del que hubo de recabar copiosa información en Inglaterra.

Y otro biplano, el Tiger Moth inglés que conducía el getafense Juan Sánchez Margallo, se hizo con la tercera plaza. Eso sí: en la batalla que ayer se dirimió en Polvoranca no hubo que lamentar ni una sola baja.

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