Un heroísmo a la altura del hombre de la calle
Ha muerto Vicente Parra. A estas horas supongo que habrán comenzado a cantarse las alabanzas de una de las estrellas más fulgurantes de la historia del cine español. Supongo que en las emisoras de radio y otros medios de comunicación caliente dirán que ha muerto Alfonso XII y luego pondrán la conocida canción de la reina Mercedes. O evocarán u etapa de cantante melódico, o sus trabajos en el teatro romántico... El mismo me dijo hace unos días que no le temía en exceso a la muerte y bromeaba con el reparto que se iba a encontrar: desde Greta Garbo a Lola Flores. La carrera profesional del desaparecido estaba repleta de grandes éxitos populares: era tan querido en España como en América. Durante muchos años fue símbolo de un tipo de cine.No renegaba Vicente Parra de esa sentimentalidad, pero me gustaría completarla: además de morir el Alfonso XII del cine, ha desaparecido un, gran actor y sobre todo, un buen hombre. Un gran actor: la primera vez que logramos su colaboración -en la película Suspiros de España (y Portugal)- no salía de su asombro; venía de interpretar un papel en Argentina y pensaba que el cine español ya se había olvidado de él. Su encanto personal y su delicada y rigurosa manera de trabajar le convirtieron inmediatamente en, una figura entrañable para todo el equipo.
Lamento no haber podido cumplir mi promesa de llevarle a estrenar en Valencia el que desgraciadamente ha sido su último trabajo para las pantallas, Tranvía a la Malvarrosa, como él mismo me pidió: "Como una figura de reparto, por fin, y sobre todo, de Oliva".
Ocultar debilidades
Pese a estar seriamente enfermo ocultó durante el rodaje de Tranvía a la Malvarrosa cualquier gesto que pudiera delatar sus molestias, "porque", me dijo más tarde, "un buen actor no debe permitirse mostrar sus debilidades al público"; y después de rodar con nosotros, -continuó una gira teatral muy dura por toda España. Un tipo de heroísmo distinto al de Alfonso XII pero creo que mucho más a la altura del ser humano de la calle. El heroísmo del actor. Porque Vicente Parra fue antes que nada un actor de amplio registro, excelente colaborador, que supo ganarse el afecto de compañeros muy alejados de él en edad y trayectoria... Hombre de profundas creencias religiosas y de exquisita educación, me pidió una vez permiso para rezar por el buen éxito de nuestras futuras películas. En la medida en que el recuerdo se parezca a una oración, prometo recordarle muchas veces. En mi nombre y en el de todos los que trabajamos con él.
