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"No sabría cómo utilizar las libertades"

El caso de una joven maestra muestra los efectos de primar la economía sobre la política en China

ENVIADO ESPECIAL Li Jung es una maestra de 23 anos, enseñante de lengua y literatura en una escuela de élite de Pekín. Pertenece a la generación que ha crecido durante la etapa del fuerte desarrollo económico de China. Vive "en el presenté", como ella misma subraya, y es de quienes creen que el fallecido Deng Xiaoping aportó más éxitos que fracasos a los 1.200 millones de habitantes de la nación más poblada del planeta. Las clases, en el centro donde trabaja, no fueron suspendidas el día del funeral, pero profesores y alumnos tuvieron que oír juntos, obligatoriamente, el discurso fúnebre pronunciado por Jiang Zemin, el presidente de la República y secretario general del Partido Comunista Chino, el hombre a quien el patriarca puso en 1989 bajo su guía al frente del poder. "No sabría cómo utilizar las libertades políticas", confiesa Li Jung, cuyo auténtico nombre es otro, cuando se le pregunta si se siente asfixiada.El gigante asiático continúa la senda del vertiginoso crecimiento económico iniciado en los años ochenta, pero no hay atisbo de democracia. Y si Li no se siente oprimida, gentes de su edad, o algo más mayores, sí han sentido la opresión y han terminado con sus huesos en la cárcel o en el exilio. Es el caso de Wang Dan, el estudiante de historia que pasa por ser el ideólogo de la protesta universitaria de la primavera de 1989, trágicamente aplastada por la fuerza la noche del 3 al 4 de junio en la plaza de Tiananmen. Wang ha recibido una sentencia en firme de 14 años de cárcel por contrarrevolucionario e intento de subvertir el país. Anteayer, su madre trató de entregar una petición para la revisión del caso judicial al comité permanente de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el Parlamento chino, cuyo periodo anual de sesiones comienza hoy.

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Capítulo cerrado

"No sé por qué está en prisión", dice la profesora Li, quien aún iba al colegio cuando ocurrió la tragedia de Tiananmen. "Hasta que entré en la universidad, lo que pensé de aquello es lo que decía la televisión: los estudiantes estaban manipulados por fuerzas contrarrevolucionarias que querían crear el caos. Ya en la universidad cambié de idea, y ahora lo veo como un capítulo cruel, pero ya cerrado. No creo que algo parecido vuelva a repetirse. Es triste ver que muchos perdieran la vida en la protesta. Personalmente, hoy creo que no valió la pena su sacrificio".Nunca se ha sabido con certeza la cifra de muertos que arrojó Tiananmen. Pocos o muchos, el caso no está cerrado políticiamente, al margen de que la población lo tome como algo pasado. "Tarde o temprano se tendrá' que reabrir el caso", comenta un diplomático occidental. "Hubo que esperar seis años para que el partido condenara los excesos de la Revolución Cultural (1966-1976). Quizá ahora' la crítica llegue antes". Los analistas consideran improbable que la revisión se produzca a corto plazo con la muerte de su principal responsable en la mente de todos' y las consecuencias que podría producir el tirar del ovillo para unos gobernantes huérfanos de padre y recelosos entre sí. La familia de Deng ha expresado, al parecer, el deseo de que se dé carpetazo al caso con una declaración de responsabilidad colectiva.

De los considerados actualmente como los cuatro hombres fuertes de China -el presidente, Jiang Zemin; el primer ministro, Li Peng; el presidente del Parlamento, Qiao Shi, y Zhu, Rongji, viceprimer ministro para Asuntos Económicos- siempre se ha dicho que es Li quien más manchado de sangre está por el aplastamiento de la revuelta. "Pero arrojar a Li Peng a los leones puede ser muy peligroso para los otros. Li se siente todavía muy fuerte y controla el aparato del partido", afirma un hombre de negocios occidental que reside desde hace tiempo en China. Li Peng no puede aspirar por ley a un tercer mandato como jefe del Gobierno. Su segundo periodo en el cargo concluye en marzo de 1998. Es el Parlamento, sobre el papel, el que nombra primer ministro, si bien en la práctica es la cúpula del partido quien lo elige.

Estigma para el Ejército

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La crisis de Tiananmen escuece a las propias Fuerzas Armadas aun después de tantos años. El Ejército Popular de Liberación (EPL), que hasta entonces jamás había disparado contra el pueblo, se vio también envuelto en el incidente. El general Liu Zhenwu, futuro jefe de la guarnición militar china en Hong Kong a partir del próximo 1 de julio, ha confesado sentirse muy incómodo con lo ocurrido en Tiananmen. En una reunión esta semana con el comandante en jefe de las fuerzas británicas en el enclave comentó tener miedo de que la imagen del EPL quede manchada para siempre tras lo que ocurrió en 1989.Algunos de los numerosos disidentes que lograron escapar con vida y huir del país manifiestan ahora cierta esperanza de que la desaparición de Deng Xiaoping permita su retorno a China. Sin embargo, pocos creen realmente que ese anhelo vaya a convertirse en realidad imnediata. El rumor de que Pekín va a acceder a excarcelar y expulsar a EE UU a Wang Dan es una prueba más de que China sigue considerando a quienes participaron en el movimiento de protesta como traidores.Chai Ling, otra de las líderes de la revuelta que consiguió huir a EE UU tras una fuga rocambolesca, ha manifestado que el movimiento no fue entendido por Deng, traumatizado por el periodo de la Revolución Cultural, lo que le hizo ver a los estudiantes de 1989 como unos nuevos guardias rojos. "No hubo modo de hacerle entender que nuestra generación era completamente pacífica y racional", ha manifestado Chai desde Boston, donde reside. Deng y su familia fueron purgados durante aquellos años revolucionarios. Su hermano se suicidó, uno de sus hijos quedó paralítico tras ser arrojado por una ventana y él fue enviado al campo.

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