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BALONCESTO: TORNEO DE NAVIDAD

El Madrid impuso su superioridad dictatorial

El equipo madridista ganó al Scavolini y hoy disputará el título ante el Olympiakos

Ocurrió lo previsto. El Madrid disputará hoy contra el Olympiakos la final de su torneo tras derrotar ayer al Scavolini en un choque que no pasará precisamente a la historia. Porque fue un duelo desigual, muy propio de este torneo, que muestra un resultado final apretado porque así lo quisieron los de Obradovic, que dejaron todo visto para sentencia en un abrir y cerrar de ojos, casi desde el salto inicial. Sólo su indolencia en los últimos minutos, propia de un partido tan desigual en fuerza, en ganas y sobre todo en calidad, deja para la estadística el mentiroso 86-79 final.. Aparecía el Scavolini don poco más que el nombre, insuficiente argumento para plantarle cara a una de las plantillas más completas del continente. Obvio resulta decir que no se la plantó, que bajó los brazos en seguida, aguantando mal que bien al dictado del esfuerzo de sus jugadores, que no de su baloncesto.

El Madrid resolvió el envite desde que el partido echó a andar, desde aquel 6-0 que glosaba el marcador a los 50 segundos. Eran seis puntos de distancia ilógicamente definitivos, porque anunciaban una superioridad dictatorial. Todos esos puntos llegaron de la mano de Mikhailov, autoproclamado desfacedor de cualquier posible entuerto.

Pronto le acompañó en la tarea Arlauckas, celoso quizá. El Madrid prescindía del perímetro. Y lo hacía sin disimulo. Le bastaba la habilidad de sus dos hombres altos en el mano a mano para marcar distancias. Como muestra, un botón: 18-10 rezaba el electrónico allá por el minuto ocho y 16 de los puntos madridistas eran obra de sus dos pivotes. Aquello recordaba los tiempos de Sabonis. Sin Sabonis, claro.

Decidió Angulo sumarse al festín. Y Bodiroga con él. El Madrid luchaba contra un rival que parecía llevar grabada en la frente la palabra inferioridad. Sólo Conti y Miller se resistían a guardar sus fundamentos para proyectos sin duda menos complicados. Esposito, la supuesta estrella del Scavolini, mostró una desgana de tal tamaño que a los 11 minutos visitó el banquillo y nunca lo abandonó.

Con 45-33 se llegó al descanso. El partido no aportaba nada, como no fuera lo fácil que resulta mover un banquillo como el del Madrid y que no se note. Un banquillo en el que llegaron a coincidir durante muchos minutos Bodiroga, Arlauckas y Herreros. Sobran las palabras.

Siempre mantuvo el Madrid ventajas superiores a los diez puntos. La máxima se fue hasta los 18, 61-43 mediada la segunda parte. Luego llegaron el relajamiento, la ausencia de presión y todas esas cosas que hacen que un partido se alargue más y más, con el rival remontando puntos por aquello de hacer más leve la herida. Y el Madrid, dormidito, y tan a gusto.

A falta de tres minutos los italianos redujeron la desventaja por debajo de los diez puntos. Obradovic pidió tiempo muerto y puso en cancha a Roberto Núñez, prueba palpable de que aquello no le asustaba lo más mínimo. Y las dudas, si las había, las deshizo el chaval, que consiguió un triple en su primera intervención.

El caso es que el Madrid resolvió el segundo trámite de lo que no deja de ser su fiesta como se esperaba: sin aspavientos, sin mucho sudor, buscando el lucimiento y con la vista puesta en el Olympiakos, su rival de hoy en la que será la verdadera y esperada final de un torneo que por fin verá enfrentarse a dos grandes de Europa. Y eso que el conjunto griego lo pasó fatal en su duelo con el Efes Pilsen, al que derrotó 80-76 en un polémico partido que necesitó de una prórroga para su resolución definitiva.

Primera jornada

En la primera jornada del torneo, disputada el martes, el Real Madrid se impuso al Efes Pilsen turco por 87-68 en un partido en el que el conjunto local apenas tuvo dificultades. En el encuentro que abrió el trofeo, el Olimpyakos, líder de la Liga griega, marcó la diferencia al vencer con una abultada ventaja al Scavolini de Pesaro: 85-62.

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