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Maragall anuncia que dimitirá como alcalde de Barcelona en septíembre de 1997

Pasqual Maragall sólo le quedan nueve eses como alcalde de Barcelona. Dimitirá de su cargo en septiembre de 1997. El político socialista zanjó ayer tarde con este nuncio formal la añeja incertidumbre que pendía sobre su futuro. Y lo hizo en el mismo escenario donde se celebraba el congreso del PSC de Barcelona y donde apenas 24 horas antes el máximo dirigente del socialismo catalán, Narcís Serra, le había pedido públicamente que repitiese como candidato a alcalde en 1999. "En las próximas estas de la Mercé [el 24 del mes de septiembre, Barcelona tendrá un nuevo alcalde, y ese será Joan Clos [el actual primer teniente de alcalde] manifestó Maragall en la clausura del congreso socialista

La sorpresa de la plana mayor socialista, que no se esperaba esa noticia, ni en aquel lugar ni en aquel momento, fue notoria y evidente. El alcalde aprovechó el anuncio de su dimisión para apostar por el teniente de alcalde Joan Clos como candidato socialista en 1999 y para lanzar una andanada al aparato del PSC de Barcelona, con el que mantiene desde hace tiempo una difícil relación. "La nueva dirección del partido en Barcelona [votada ayer] no es la que yo habría elegido", espetó. "Y no tanto por las personas, sino por el modo en que se ha hecho", agregó. Pero no acabaron ahí los reproches del alcalde a su partido. A renglón seguido disparó de nuevo: "Estoy convencido de que la ciudad no se ha cansado [de su mandato al frente de la alcaldía], pero no estoy tan seguro respecto al PSC de Barcelona".

Cuatro factores

Cuatro parecen ser los factores que han empujado a Maragall a oficializar ante el congreso socialista de la capital catalana su determinación de abandonar la alcaldía. Uno, su renuencia, ya expresada con anterioridad, a perpetuarse como alcalde. Dos, sus diferencias con el aparato del partido en Barcelona. Tres, la reciente renuncia del nacionalista Miquel Roca a presentarse de nuevo a las elecciones municipales, circunstancia que en principio podría allanar el camino al futuro candidato socialista. Y cuatro, la creciente presión del PSC, empezando por el propio Narcís Serra, para que Maragall repitiera como candidato. Fuentes del entorno del alcalde apuntan también una quinta razón, como el cansancio en el desempeño de la alcaldía y el peso de la opinión familiar.

El anuncio de Maragall se produce después de que el alcalde fracasara en su intento de recortar el poder del primer secretario del PSC de Barcelona, Antoní Santiburcio. Tras la clausura, ayer tarde, del sexto congreso de la Federación Socialista barcelonesa, ésta seguirá bajo el control del aparato del partido.

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El tándem dirigente integrado por Santiburcio y su secretario de organización, Joan Ferran, tiene tras de sí a las dos terceras partes de la nueva dirección del socialismo barcelonés y al mismo tiempo mantiene una estrecha identificación con el aparato central del partido. No obstante, los maragallistas han conseguido incrementar su peso específico en la ejecutiva local del PSC elegida ayer, especialmente a raíz de la designación de Joan Clos como presidente de la Federación.

La correlación interna de fuerzas quedó plasmada con total claridad en la votación de la flamante dirección: Santiburcio y Ferran fueron reelegidos con el 75% y el 81 % de los votos, respectivamente, ambos muy por encima del 52% que cosechó Clos y del 57% que reunió el también maragallista Xavier Casas, secretario de Política Municipal. El resto de los ejecutivos maragallistas y obiolistas se quedaron entre el 20% y el 35%, mientras que sus homólogos afines al aparato rondaron una media del 50%.

Las negociaciones entre el aparato local y el sector afín a Maragall sobre la composición de la nueva dirección se prolongaron hasta las 5 de la mañana de ayer mismo. Hasta esa hora no cerraron un acuerdo definitivo Santiburcio y Ferran, de un lado, y Clos, del otro, reunidos en una pequeña sala del hotel en el que los socialistas barceloneses celebraron ayer y anteayer su congreso. Maragall siguió el curso de la negociación por vía telefónica.

La nueva ejecutiva está compuesta por 29 personas, 8 más que la anterior. Doce de ellas integran el secretariado, auténtico núcleo de dirección. De ellas, 8 son fieles al aparato (66%), otros 3 guardan afinidad con las posiciones de Maragall (25%), y uno representa al sector obiolista (9%).

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