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ELECCIONES EE UU 1996

Triunfo contundente de Clinton

Dole se impone en el Estado de Tejas y logra evitar una derrota humillante - La solidez de la economía ha sido la principal baza del presidente para lograr la reelección

Antonio Caño

Bill Clinton obtuvo ayer una contundente victoria sobre Bob Dole y fue reelegido presidente de EE UU con uno de los márgenes más amplios alcanzados por cualquier candidato del Partido Demócrata a lo largo de este siglo. Su triunfo estuvo tan claro desde un principio que bastó el cierre de los colegios electorales en dos significativos Estados, Florida y Ohio, para que, cuando aún se estaba votando en la mayor parte del país, los principales canales de televisión dieran por segura la reelección del presidente a las tres de la madrugada (hora peninsular española). Su juventud y buena gestión económica barrieron a la veteranía y promesas de honestidad del candidato republicano. Las cadenas sólo proyectaron el triunfo de Dole en un gran Estado, Tejas, y le daban por derrotado en muchas regiones que suelen votar por candidatos de su partido.

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La diferencia de votos populares entre Clinton y Dole era difícil de calcular anoche cuando apenas acababa de iniciarse el recuento oficial de sufragios. Pero el margen de votos electorales -los que deciden el nombre del presidente- anunciaba una victoria de proporciones históricas para Clinton. El pronóstico le otorgaba en torno a 400 votos electorales, casi cuatro veces más que a su oponente. Se necesitan 270 para conseguir el triunfo.La noche se perfilaba positiva también para los candidatos demócratas al Congreso. Aunque los datos conocidos correspondían todavía a un mínimo de votos escrutados, las televisiones dieron la victoria al partido de Clinton en varios escaños del Senado que los republicanos confiaban ganar. Todavía era incierto en qué manos caería el control de la Cámara alta, y se desconocían los resultados para la Cámara de Representantes.

La victoria de Clinton -primera reelección de un demócrata desde 1936- supone la derrota de la generación de políticos de EE UU que participaron en la II Guerra Mundial y de las ideas contrarias al intervencionismo estatal que trajo la revolución conservadora de 1994.

Con la promesa de modernizar el Estado, manteniendo y mejorando al mismo tiempo los servicios públicos esenciales, Bill Clinton logró ampliar la base electoral de su partido y ganó la confianza de la nación para conducir a la primera potencia mundial hacia el siglo XXI.

Clinton busca rehabilitarse en su segundo mandato

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Tanto Bill Clinton como el candidato republicano esperaban anoche los resultados en sus ciudades de origen. El presidente, de 50 años, estuvo en Little Rock (Arkansas), de donde salió hace cuatro años como un político desconocido e inmaduro, pero también como el símbolo de una nueva generación que accedía al poder.Bob Dole, de 73 años, pasó las horas finales de esta campaña -y quizás de su carrera- en Russell (Kansas), donde hace 50 años se recuperó de las graves heridas sufridas en la II Guerra Mundial y donde obtuvo su primer cargo de elección popular. Dole es considerado un héroe en su Estado, y entre muchos de sus compatriotas, pero su personalidad política siempre ha sido gris, discretamente desarrollada a la sombra de su gran maestro y mentor, Richard Nixon.

Los responsables de la campaña de Clinton estaban tan convencidos de su victoria que, antes de hacerse oficial, comenzaron a surgir las especulaciones sobre los relevos que se producirán en la segunda administración.

Leon Panetta, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, ha dejado claro desde hace meses su intención de abandonar el cargo tan pronto como sea posible. Y el secretario de Estado, Warren Christopher, ofreció por primera vez su dimisión hace dos años, y casi nadie duda de que ahora le será aceptada. Christopher estuvo anoche con Clinton en Little Rock.

La obsesión del presidente en las horas previas a su previsible triunfo era la de que éste fuese por un porcentaje de votos superior al 50%. Bill Clinton sabe que muchos norteamericanos han votado por él con la nariz tapada.

Sabe también que su victoria se debe en parte a la debilidad de su contrincante. Y es consciente, por último, de la cadena de investigaciones sobre escándalos no resueltos que le espera, en un segundo mandato, especialmente si los republicanos ganan el Congreso. Para hacer frente a todo ello, el presidente quiere un respaldo de un popular masivo mandato

Cuatro años más significan para Bill Clinton la oportunidad de convertirse en uno de los presidentes demócratas más importantes de la segunda mitad de este siglo. Pero significan también la plataforma para que su partido siga en el poder en el siglo XXI. Una segunda administración satisfactoria es la mejor garantía para que el vicepresidente actual, Al Gore, traslade sus carpetas al Despacho Oval en enero del 2001.

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